A pesar de haber comenzado hablando de carne, tengo que dejar claro que si aquí se come algo en cantidad, eso es la legumbre. Como en Forrest Gump aquí hay pasta de garbanzos, sopa de garbanzos, garbanzos en ensalada, garbanzos en puré, garbanzos para picar cuando te tomas una cerveza… garbanzos… a todas horas.
Empezaré por hablar del “humus”, el cual muchos de vosotros conoceréis, pero que considero que se merece un papel destacado. Este plato típico en Líbano, Siria y Jordania, amén de otros países, es una pasta compuesta por garbanzos cocidos, tahina (pasta de sésamo) y aceite de oliva. La verdad es que es algo sencillo pero está muy bueno. Puede servirse sólo, con carne, con piñones o para acompañar otros platos. A veces también lo sirven con algo de perejil y ajo picado y, por supuesto, se come untándolo con pan, un elemento imprescindible en la cocina árabe, ya que no se come con cubiertos, sino con las manos usando el pan como utensilio.
El garbanzo también está presente en otro plato que se llama “fattet”, el cual se asimila al cocido español en cuanto a la “consistencia”. Se trata de una mezcla de garbanzo cocido, con pan frito y tahina, acompañado de perejil, aceite de oliva y piñones en cantidad y que considero uno de mis favoritos (en el youtube podéis ver la preparación porque seguro que me dejo algún ingrediente). En alguna ocasión, especialmente en Siria, hemos comido fattet con pechuga de pollo y está especialmente bueno, aunque con esto comes, meriendas, cenas, desayunas...
También muy típico y fundamental en la dieta árabe es el “falafel”, una pasta de garbanzos con perejil que se hace en rosquillas y se fríe. Se come en bocadillo o sólo con vegetales y, en algunas tiendas, lo hacen relleno de lombarda o pimiento. Muchas veces, lo comen como si fueran pipas por la calle, aunque tiene bastante más aceitillo... En un resturante verdaderamente típico puedes pedir el completo, que consiste en falafel, humus, fattet y ful, uno de los platos más típicos en esta zona de Oriente Medio.
El “Ful” está hecho con habas (enormes) y unos pocos garbanzos, zumo de limón, aceite de oliva, ajo, perejil y yogurth. Por supuesto este plato se come para comer y cenar, y en los restaurantes dedicados exclusivamente a él, que suelen ser pequeñitos y con no muy buena apariencia, es donde se come el mejor ful. De hecho en Damasco, detrás de la Mezquita de los Omeyas en la calle Kamariah donde nosotros vivíamos, está el mejor restaurante de la ciudad y por menos de un dólar se come fenomenal.
He de decir que las habas son un ingrediente clave también en la cocina árabe y que, además de cocinarlo de diferentes formas, se venden mucho por la calle para comerlas solas y calientes con limón, con el consecuente olor que esta legumbre maravillosa desprende e inunda las, ya de por sí “limpísimas”, calles damasquinas.
Por último y para no dejar de lado a nuestra amiga la lenteja, diré que lo mejor que hacen con ella es una sopa, que se sirve con pan frito y que está hecha a base de, como no, lentejas, bulghur (una semilla), cebolla, tomate, guindilla, yogurth y aceite de oliva. Muy buena y sabrosa. ¿Os apetece?
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