martes, 4 de agosto de 2009

Valoraciones de una semana jordana











Tras más de una semana en la capital de éste desértico país, ya hemos empezado a apreciar las diferencias existentes entre Ammán y Damasco, sutiles en la mayor parte de las ocasiones, muy marcadas en otras.

Salta a primera vista que ésta es una ciudad mucho más moderna. Esto se aprecia a todos los niveles: coches, edificios, calles, limpieza, ropas y demás. No quiero decir con esto que la ciudad sea mejor, sino diferente. Aquí se echa de menos la vida callejera, el bullicio y alegría de los sirios, aunque el ambiente sea menos caótico y la polución mucho menor.

Ammán está construida sobre montañas, y por eso la ciudad es un poco jodida para pasear. Subes y bajas continuamente, hay escaleras –de unos 100 escalones, lo cual no es moco de pavo-, en todas partes, y la verdad que con el calor que hace te cuesta menos de cinco minutos el empezar a sudar. Además, esto es puro desierto, y la sensación se acentúa por el color de los edificios, donde predomina un aplastante tono marrón, seguido de un grisáceo que tampoco es que te levante el espíritu, aunque le da cierto encanto.

Eso sí, en cuanto se oculta el sol empiezan los fuegos artificiales. Si subes a uno de los puntos altos, puedes ver cómo lanzan los cohetes –nada complicados, de cuatro colorines y pocos más- en cuatro o cinco puntos diferentes de la ciudad al mismo tiempo, y luego más, y más, y más… Se lanzan para celebrar bodas, cumpleaños, graduaciones y que el jefe la ha pingao, con lo cual hay fuegos durante horas todos los días.

Todo es bastante más caro que en Damasco, incluido el alcohol, que roza lo prohibitivo. Tanto será que la Vica y yo llevamos más de una semana sin probar ni gota, y sin que nos salgan granos!! Se come bien, pero sin grandes diferencias respecto a lo que conocíamos y, eso sí, el agua es bastante mala, y a mí en concreto me reseca un montón! (lo q ue hay que inventarse para no lavar la ropa a mano , que no tenemos lavadora en el piso…)

Y ya que menciono nuestro nidito de amor, os comento que hemos llegado a la conclusión de que se encuentra situado en pleno epicentro de la zona de putas de la ciudad. Uno, que se ha criado con unos cuantos de éstos locales a su alrededor desde su más tierna infancia, los sabe reconocer, y os puedo asegurar que alrededor de nuestra calle (mejor dicho, en una paralela), hay como cuatro o cinco de estos garitos de mala vida. La verdad que no los echábamos de menos…

Y en el apartado de breves, pues contaros que dormimos fatal (no sabemos si por el calor o por la música de los puteches que está hasta las mil o por las dos), que la ciudad está llena de filipinas e indonesias –que al igual que en los países del Golfo se dedican a trabajar en las casas-, que los sirios les caen mal (¿qué país se lleva bien con su vecino?), que tienen mucho más estilo y gusto a la hora de vestir, y que el camión del gas avisa de su cercanía con una música bailarina de caja de muñecas que horroriza a cualquiera.

En fin, que las clases van para adelante y estamos bien. Preferimos Damasco, pero esto también nos gusta. Y con tiempo, pues a conocer más y más. ¿Qué será lo próximo?

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