lunes, 25 de enero de 2010

Ismael Julián Jesús

La semana pasada, una compañera de trabajo, que es de Bagdad pero vive en Ammán desde que su país fue invadido y destruido, nos contó algunas de las cosas que actualmente pasan en su país. Lo que más me llamó la atención fue lo que nos relató al respecto de los pasaportes.

Tras los años sangrientos que siguieron a la invasión, aquellos en los que el país quedó dividido entre sectas y clanes (división que, pese a que la gente piense lo contrario, no existía antes de que se masacrara el país), la violencia ha sido una constante en el día a día de Iraq.

Tal es así que, tras años de barbaridades, las autoridades que actualmente ¿gobiernan? Iraq han tomado una medida innovadora. Esta no es otra que, en vez de hacer constar los apellidos de la persona en su documento nacional de identidad (nuestro patrio DNI) o en el pasaporte, sólo registran el nombre de uno mismo, el nombre de su padre y el de su abuelo.

En países como el de Iraq, donde todavía es posible conocer la tendencia religiosa de la persona y hasta el pueblo o ciudad del que es originario sólo con leer los apellidos de uno (hay que tener en cuenta que se van heredando los apellidos de la línea paterna, que a su vez viene de la paterna...), esto se ha convertido en un riesgo altísimo.

Tras la guerra civil no declarada, el número de los asesinatos y ejecuciones de los “rivales” religiosos y políticos ha sido bestial, y por ello se ha optado por esta medida, que evita que un control de carreteras o una detención arbitraria suponga automáticamente tu sentencia de muerte.

Así, si viviera en Iraq yo pasaría a ser Ismael Julián Jesús, y lo de mis orígenes quedaría al albedrío de mi imaginación en el momento en el que necesitara echar mano de ella, porque esta medida no es que vaya a evitar que siga habiendo muertes, sólo te da una oportunidad de sobrevivir en ciertos momentos en los que antes estabas vendido.

Y ahora de elecciones. Seguro que se sienten tan imbuidos del espíritu democrático que hasta se olvidan de que han tenido que renunciar a tener apellidos.

martes, 19 de enero de 2010

La cesta de los pollos




Si algo se echa de menos en estos lares, además de a la familia y a los amigos, es la variedad de alimentos que tenemos en España y, sobre todo, el cerdo y todos sus derivados. Estas Navidades han estado llenas de este complemento alimenticio que por aquí no se estila y, por si fuera poco, nuestras madres y padres, amén de tíos y tías, nos han llenado lo que nosotros llamamos “la cesta de los pollos”.

Hasta tal punto llegó nuestro afán por traer cosicas a estas tierras que llegamos a pensar que nos pararían en la frontera pensando que llevábamos un cadáver descuartizado. En esto tuvimos suerte y logramos pasar sin problema nuestro cargamento que, por ansia y un poco de descoordinación, se nos fue un poco de las manos.

La cosa es que sólo queremos exponeros lo que nos hemos traído para que lo disfrutéis con nosotros y agradecer a ambas familias su solidaridad y generosidad. Digamos que “hay cerdos de los que se saca menos tajada”.

- 6 salchichones
- 11 chorizos
- 3 lomos embuchados
- 4 longanizas
- 8 quesos (camamber, rulo de cabra, semicurados, cabra)
- 2 tacos de panceta curada
- 1 taco de beicon ahumada
- 11 sobres de jamón (=2`5 kilos de jamón)
- 3 sobres de baicon (=0`5 kilos)
- 1 botella de ron Brugal
- 1 botella de orujo de hierbas Ruavieja
- 1 botella de patxarán Basarana
- 1 botella de vino tinto de Pesquera
- 2 latas de aceitunas con anchoa la Española
- 3 paquetes de café
- 3 latas de pimientos de piquillo
- 2 latas de sardinillas
- 4 latas de mejillones
- 1 lata de calamares
- 1 lata de navajuelas
- 2 latas de berberechos
- 1 lata de paté
- 1 medallón de paté
- 2 sobres de salmón ahumado
- 2 latas de anchoas
- 1 paquete de algas
- 1 bote de washabi