viernes, 18 de diciembre de 2009

De despedida

A falta de tres días escasos para volver a casa, ya nos van subiendo los nervios por el cuerpo pensando en los reencuentros con toda nuestra gente que la verdad es que la hemos echado mucho de menos. Para hacer más llevadero el día, hoy hemos cobrado el cheque (lo cual siempre es una alegría) y la ciudad está envuelta en polvo, que no es que de la misma satisfacción, pero por lo menos es una cosa nueva.

El hecho es que unas cuantas veces al año –según nos han explicado- el viento del desierto arrastra la arena de la Península Arábiga hacia el norte, y por un día o dos la ciudad está cubierta de polvo. No es nada serio, parece más bien niebla, pero a los que tienen pelo, placer del que un servidor no disfruta, pues como que les molesta un poco.

Y eso es todo. Últimamente nos da por pensar en cómo ha ido el año, y la verdad es que ha estado genial. Hemos aprendido dos lenguas, viajado un montón (o por lo menos los primeros seis meses), comido y bebido cosas riquísimas, conocido a un huevo de gente, trabajado como profesores –que a mí la verdad que me encanta- y encima nos quedan perras para volver el año que viene, así que nada más que pedir.

El año que viene intentaremos seguir viajando por la zona –Irán, Palestina y Egipto, próximos objetivos-, hablar mejor el árabe y por supuesto, currar de lo nuestro, a ver si nos salen bien las cosas y vamos publicando cosas.

Y nada más. Que como no sabemos si escribiremos algo antes de volver por aquí el día 9, pues os deseamos a todos que paséis unos buenos días y que tengáis un feliz año nuevo, con el fiestón que eso incluye (no me tengo de ganas de salir por ahí con un Minor en el morro!!...). Pues eso, que un beso para todos/as y que hasta pronto!!!

Para despedirnos del todo, os voy a contar el chiste que me dijo el otro día el taxista beduino que me llevó a casa:

Esto es un beduino que está en el desierto. Se pasa los días solo en compañía de su camello. Una noche, tiene un sueño muy calenturiento en el que folla apasionadamente con una mujer guapísima.

Como se levanta muy muy caliente, se va directo para el camello e intenta metérsela por el culo, pero cada vez que se la va a meter, el camello se levanta y no le deja.

Ese mismo día, aparece un jeep con extranjeros, y una americana le pide un cigarro al beduino, diciéndole que se muere de ganas por fumar. Se lo fuma con avidez, y cuando acaba, completamente satisfecha, le dice al beduino: “como recompensa, ahora haz conmigo lo que quieras”.

El beduino sonríe, le coge de la mano, y mientras le arrastra hacia el camello le dice: “Tú aguántame a este cabrón para que no se suba hasta que se la meta!!”

En fin, tan malo como uno español cualquiera, si es que en el fondo no somos tan diferentes…

martes, 15 de diciembre de 2009

Una historia de amor







Damasco es una ciudad que da para mucho. El otro día estábamos esperando a un amigo en el barrio de Bab Tuma, el barrio cristiano de Sham (así es como la mayoría de los árabe-hablantes llaman a Damasco), y tuvimos la suerte de asistir al cortejo de unas pequeñas fieras sobre un grupo de hembras jóvenes (aquí tenéis que imaginaros la voz de Félix Rodríguez de la Fuente).

Con anterioridad a la exposición de los hechos haré una aclaración: las sirias, así como la mayoría de las mujeres árabes, salen de casa como para una boda aunque vayan a comprar tomates. Si ya de por sí son guapas, sus ropajes y maquillaje las hacen parecer, en ocasiones, bellezas de portada.

También quiero aclarar que si salen así de casa, además de por coquetería, es porque es la manera de encontrar marido, puesto que no existe en muchas relaciones ningún tipo de contacto anterior al compromiso matrimonial. Sin olvidar que también hay relaciones de corte más liberal.
La cuestión es que un grupo de cuatro jovencitas que rondaría los 12 ó 13 años a lo sumo, vestidas impecablemente con ropas nuevas por motivo del Eid Al-Adha, con botas de tacón de “chúpame la punta” y bolsos a juego con todos los colores que llevaba cada una, permanecían cerca de la parada de autobús.

Pasados unos minutos apareció un grupo de otros cuatro chicos (un poco mayores que ellas) y sus miradas empezaron a revelar el interés que, estas mujercitas todavía sin hacer, les habían despertado. Los mozos se pararon y comenzaron a discutir el acercarse o no a ellas mientras las susodichas volvían la cara evitando el cruce de miradas, y si eran alcanzadas por un mínimo rayo de visión, sus caras se tornaban dignas y agrias con la máxima señal de desprecio.

Como espectadores de primera fila, puesto que nos encontrábamos a un par de metros de ellas, tuvimos el privilegio de contemplar sus cuchicheos y sonrisas escondidas de la mirada masculina. Sin embargo, al más puro estilo “siria” se pusieron tiesas como una escoba y comenzaron a andar en dirección opuesta a la que se encontraban los chicos para seguir mostrando desprecio, desinterés y, sobre todo, escándalo.

Pero los mozuelos no se iban a rendir tan pronto, y dos de ellos se dirigieron con paso firme hacia ellas. Es más, su descaro les iba a empujar a hablarles y esto, en muchos casos, no es válido y rompe cualquier relación posterior. Bien prietas (si tenían algo que apretar) y pinchas, estas guapas jovencitas se fueron dejando a sus pretendientes con la palabra en la boca. El amor es un juego. En este caso, game over.

martes, 8 de diciembre de 2009

Extraños a medianoche

En la noche del jueves pasado, a eso de las 04:30 de la madrugada, la Vica y un servidor se encontraban durmiendo como dos lirones. Debido a lo gélido de nuestro apartamento, tenemos costumbre de enterrarnos bajo sábana, colcha y dos mantas, y debido a la música del puticlub de al lado, yo tengo costumbre de dormir con tapones, así que podéis imaginar lo plácida y tranquilamente que nos encontrábamos roncando cada uno con nuestros respectivos sueños.

Pues en esas estábamos hasta que, a esas horas tan intempestivas, yo sentí medio en sueños medio en realidad a alguien por la casa. Abrí los ojos hasta hacer de ellos una rendija, y hete aquí que, vi recortada en el marco de la puerta del dormitorio, la silueta de un hombre.

Mientras pregunto “shu” (“qué” en árabe), me quito los tapones y enciendo la luz de la mesilla, y veo a un tío (joven, moreno, alto) con una bolsa de plástico en la mano que se queda mirando. Ya no recuerdo su cara bien, pero no se cual de los dos estaba flipando más. Al sentir que algo pasaba, Vica salió de debajo de todas las capas y también lo vio, y fue en este momento cuando el hombre se debió de dar cuenta que la había cagado y se lio por peteneras.

Mientas soltaba varios “asif asif” (lo siento, lo siento), el chaval tomó las de Villadiego, y nos ha dejado a la Vica y a mi medio atontaos. Salimos al salón, estaba el ordenador, el dinero del bote y demás, con lo cual hemos llegado a la conclusión de que el susodicho se equivocó de casa y ya está, y que tampoco había que darle muchas vueltas.

Así que a cerrar la puerta –esta vez ya con llave, que para una noche que se nos olvida nos salen amigos por todas partes- y a volver a sopar, que hay que trabajar. Cosas que pasan por no cerrar las puertas…

jueves, 3 de diciembre de 2009

La fiesta del Eid (o porqué se sacrifica un cordero)











La semana pasada se celebró en los países musulmanes la fiesta del Eid, fecha clave dentro del calendario festivo para los adeptos a la doctrina de Mahoma. Tirando de Google y de lo que me contaron los días previos, os puedo decir que el Eid al Adha es una fiesta en la que los musulmanes ofrecen en sacrificio un cordero (o una vaca) a Dios en gratitud a Él por salvar la vida de Isaac, hijo del profeta Abraham, cuando este se disponía a sacrificarlo.

Así, esta fiesta recuerda a sus seguidores que el Islam significa sumisión, ya que nadie mostró mayor sumisión a Dios que Abraham, quien estuvo dispuesto a sacrificar a su propio hijo como prueba de su lealtad a Dios. Este mismo Abraham es el que según la tradición islámica construyó la Kaaba, el templo localizado en La Meca hacia el que todos los que rezan se orientan y que estos días ha recibido millones de visitas (por cierto, para todo el que no lo sepa, os diré que su visita por parte de todo aquel que no profese la fe islámica está completamente prohibida, al igual que los restos del profeta en la también ciudad saudí de Medina). Esta peregrinación es como la de Santiago, que se puede hacer durante todo el año, solo que en estas fechas tiene más valor personal.

Bueno, hasta aquí la lección de historia, ya vale de dar la chapa. Nosotros hemos pasado estos cuatro días de vacaciones en Damasco, y la verdad es que ha sido la leche. El primer día de la fiesta (los demás también, pero menos), todas las familias que se lo pueden permitir sacrifican un cordero –muchas veces se lo llevan a alguien para que lo haga y no lo hacen en casa-. Tras el sacrificio, se le quita la piel al animal y más tarde se va partiendo su carne, la cual es guardada en diferentes bolsas.

Estas fechas son muy familiares, y la gente se pega visitando y recibiendo visitas durante los cuatro días. Cuando el animal ha sido limpiado, se cogen las bolsas con su carne y se reparten entre los familiares y los amigos. Eso no quiere decir que se lo coman el mismo día. Se puede comer, guardar para días siguientes o congelar para fechas futuras, a gusto del consumidor.

Tras este ritual, que generalmente suele ir acompañado de la visita por parte de la familia a la mezquita, lo ya comentado. Visitas, comidas copiosas con la familia y fiesta, mucha fiesta, todo ello bien regado con té y café –uno especial para estas fechas-, y dulces, el paraíso para los golosos.

Damasco en concreto estaba en pleno apogeo. Si sumamos las ganas de volver que teníamos y lo que la echábamos de menos a la animación que había en sus calles, el resultado no puede ser otro que el que fue: el de los mejores días en la capital siria con diferencia.

La gente abarrotaba las calles de la ciudad antigua. Todo el mundo se compra ropa nueva para estas fechas y sale toda pincha y engalanada a lucirla por las calles, chicas que se gustan y que gustan a los chicos, que no hacen más que seguirlas e intentar conseguir una mirada de preferencia o unas palabras discretas. Los niños están por doquier, empujándose, gritando, contando las monedas y billetes que llevan en el bolsillo (porque es tradición darles lo que nosotros llamamos “la paga” en estas fechas, que además de dinero suele ser juguetes), mientras calculan lo que les queda para dulces y lo que deben guardar para comprarse algo.

Había música en vivo en diferentes partes de la ciudad, puestos de comida y bebida por doquier, pieles de cordero y sangre solo en ciertas partes; hombres, mujeres y niños contentos de pasar un buen rato paseando y cotilleando (que aquí es deporte nacional), ferias, circos, juegos en la calle, restaurantes con menús especiales y cantantes a los que todo el mundo coreaba y acompañaba con palmas y bailes; y vida, sobre todo y ante todo, mucha vida.

En fin, que han sido unos días inolvidables en una de las ciudades más bonitas del mundo en unas fechas en las que la gente se siente feliz y contagia su felicidad al resto. Hemos visto a viejos amigos, hemos comido un montón, hemos fumado pipas y bailado, pero sobre todo hemos disfrutado de la ciudad, de un ambiente y un espíritu que será difícil olvidar. Bueno, como se dice por estas fechas, ¡Eid Mubarak! (y felicidad para todo el mundo).

lunes, 23 de noviembre de 2009

Carrera de camellos




El otro día, al cambiar de canal en la televisión, vimos una imagen cuanto menos curiosa. Se trataba de, nada más y nada menos, una carrera de camellos. Las imágenes los mostraban en plena galopada, mientras el locutor que retransmitía el evento se emocionaba al narrar quién iba en cabeza, quién remontaba y quien perdía comba.

La primera vez que oí (más bien vi) mencionar este tipo de espectáculos fue en un reportaje que publicó el periódico El País hará como dos o tres años. En él, narraban cómo este tipo de carreras se celebraban desde tiempo atrás en los desiertos de la Península Arábiga (lo que hoy es Arabia Saudí, Kuwait, Yemen, Emiratos Árabes, Omán y algún otro que me dejo en el tintero). Eso sí, el artículo hacía especial hincapié en una cuestión peliaguda: la de los jinetes, que desde siempre habían sido niños pequeños, lo que en ocasiones provocaba que resultaran heridos (e incluso algunos muertos) en accidentes que ocurrían en la carrera.

La periodista contaba cómo los niños, que no tenían más de 10-12 años, eran los jinetes idóneos para este tipo de monturas, e incluso mencionaba el caso de pequeños que eran traídos desde otros países o regiones para que cabalgaran a los camellos, lo cual, vuelvo a repetir, es algo bastante peligroso.

Pues bien, hará cosa de dos meses, mientras estábamos con unos amigos en Wadi Rum, una zona desértica preciosa que se encuentra en el sur de Jordania, unos beduinos nos invitaron a asistir a la madrugada siguiente –se corre a esas horas para evitar las horas de más calor- a una carrera de camellos.

El mismo chaval que nos invitó nos explicó que, a raíz de los problemas que habían ocasionado los accidentes y las denuncias de diversas ONG y demás acerca del uso de niños como jinetes, una empresa había fabricado una máquina que se instalaba en la joroba del camello y que en un extremo llevaba instalada una fusta. Así, nos dijo que mientras los camellos galopan, la gente les acompaña en jeeps que ruedan a su par, y que en esos jeeps van los dueños de los camellos, los cuales con un “mando a distancia” van manejando la máquina. Cada vez que presionan el botón, la máquina mueve la fusta y golpea al camello, con lo cual es como si llevara al jinete encima.

En fin, cosas curiosas. Nuestros amigos, que si que fueron a la mañana siguiente, nos dijeron que el espectáculo era algo increíble, y lo que más nos sorprendió, que los camellos corren que se las pelan. El otro día por la televisión pudimos comprobar que así es. Allí estaban todos: los jeeps, los beduinos, el circuito y los camellos que corrían desbocados mientras la maquina les espoleaba a base de palos. Las tecnologías, que dan para todo.

martes, 27 de octubre de 2009

Gastronomía árabe: de segundo, legumbres




A pesar de haber comenzado hablando de carne, tengo que dejar claro que si aquí se come algo en cantidad, eso es la legumbre. Como en Forrest Gump aquí hay pasta de garbanzos, sopa de garbanzos, garbanzos en ensalada, garbanzos en puré, garbanzos para picar cuando te tomas una cerveza… garbanzos… a todas horas.

Empezaré por hablar del “humus”, el cual muchos de vosotros conoceréis, pero que considero que se merece un papel destacado. Este plato típico en Líbano, Siria y Jordania, amén de otros países, es una pasta compuesta por garbanzos cocidos, tahina (pasta de sésamo) y aceite de oliva. La verdad es que es algo sencillo pero está muy bueno. Puede servirse sólo, con carne, con piñones o para acompañar otros platos. A veces también lo sirven con algo de perejil y ajo picado y, por supuesto, se come untándolo con pan, un elemento imprescindible en la cocina árabe, ya que no se come con cubiertos, sino con las manos usando el pan como utensilio.

El garbanzo también está presente en otro plato que se llama “fattet”, el cual se asimila al cocido español en cuanto a la “consistencia”. Se trata de una mezcla de garbanzo cocido, con pan frito y tahina, acompañado de perejil, aceite de oliva y piñones en cantidad y que considero uno de mis favoritos (en el youtube podéis ver la preparación porque seguro que me dejo algún ingrediente). En alguna ocasión, especialmente en Siria, hemos comido fattet con pechuga de pollo y está especialmente bueno, aunque con esto comes, meriendas, cenas, desayunas...
También muy típico y fundamental en la dieta árabe es el “falafel”, una pasta de garbanzos con perejil que se hace en rosquillas y se fríe. Se come en bocadillo o sólo con vegetales y, en algunas tiendas, lo hacen relleno de lombarda o pimiento. Muchas veces, lo comen como si fueran pipas por la calle, aunque tiene bastante más aceitillo... En un resturante verdaderamente típico puedes pedir el completo, que consiste en falafel, humus, fattet y ful, uno de los platos más típicos en esta zona de Oriente Medio.

El “Ful” está hecho con habas (enormes) y unos pocos garbanzos, zumo de limón, aceite de oliva, ajo, perejil y yogurth. Por supuesto este plato se come para comer y cenar, y en los restaurantes dedicados exclusivamente a él, que suelen ser pequeñitos y con no muy buena apariencia, es donde se come el mejor ful. De hecho en Damasco, detrás de la Mezquita de los Omeyas en la calle Kamariah donde nosotros vivíamos, está el mejor restaurante de la ciudad y por menos de un dólar se come fenomenal.

He de decir que las habas son un ingrediente clave también en la cocina árabe y que, además de cocinarlo de diferentes formas, se venden mucho por la calle para comerlas solas y calientes con limón, con el consecuente olor que esta legumbre maravillosa desprende e inunda las, ya de por sí “limpísimas”, calles damasquinas.

Por último y para no dejar de lado a nuestra amiga la lenteja, diré que lo mejor que hacen con ella es una sopa, que se sirve con pan frito y que está hecha a base de, como no, lentejas, bulghur (una semilla), cebolla, tomate, guindilla, yogurth y aceite de oliva. Muy buena y sabrosa. ¿Os apetece?

martes, 20 de octubre de 2009

Gastronomía árabe: de primero, carne




Aunque sea un poco tarde para hacer un homenaje a la gastronomía árabe después de tantos meses aquí, creo que se lo merece y, a partir de ahora, trataré de ir relatando algunas de las recetas y platos más característicos de estos lares.

En primer lugar y para deshacer el mito que todo español tiene acerca de los kebabs árabes (shawarmas), diré que el shawarma que se come en estos países nada tiene que ver con el kebab turco o paquistaní que comemos en las ciudades españolas. Hay diferentes clases, por supuesto, pero el tradicional sirio en bocadillo (no con pan de pita redondo) consiste en carne de cordero o pollo con ajolio (alioli) y algún trozo de pepinillo. Está muy bueno, aunque puestos a elegir me quedo con el turco, con carne adobada, tomate, lechuga, salsa de yogurth y algún otro ingrediente, que es más parecido a nuestra españolizado kebab y mucho más sabroso que el normal sirio o jordano.

En Jordania hemos tenido la oportunidad de probar otra clase de shawarma hecho a base de carne de cordero con muchas especias (entre ellas perejil) con tomate y cebolla cruda, el cual es muy bueno, pero es una bomba de relojería (Ismael puede dar buena cuenta de ello). Además, en estos dos países llaman kebab a la carne que hacen en barbacoa, presentada en pinchos morunos (ya sabemos de dónde viene el nombre) sobre un pan redondo muy fino y acompañada siempre de algún tomate, cebolla u otro vegetal a la parrilla. Y es que en esto de guarniciones y adornar los platos se llevan la palma, porque una que es una gran admiradora de la cocina española y en especial de la cocina de mi madre, sabe reconocer que aunque tuviera el peor gusto de mundo sólo por la presentación que hacen te entran ganas de probar cualquier plato que veas.

Ya que de carnes va el tema, diré que lo que más les gusta son las barbacoas y que se pueden pasar una hora abanicando el fuego con un trozo de cartón (por cierto, después de Navidad me voy a traer unos cuantos fuelles para hacerme rica) para hacer verduras, a veces pescado y, sobre todo, pinchos de carne, ya sean de pollo o de cordero, dando lugar a dos tipos; uno hecho a base de cortar trocitos y pincharlos en el palo y otro que consiste en carne picada de cordero con especias hecha bolitas y ensartada también. Además, también son muy típicas las salchichas de cordero especiadas.

Debido a que el cerdo está prohibido (¡cuánto lo añoramos!) lo que más se come es pollo, cordero y vaca. Diré que nunca he visto comer ni vender conejo, liebre o jabalí, y diré que nuca he visto un buen campo en el que pudieran vivir, o sea, que no es cuestión de no querer, sino más bien de no poder. Sin embargo, comer camello es muy común, ya que por aquí hay bastantes y muchas veces te puedes encontrar por la calle el cuello y la cabeza de un camello colgando en la puerta de una carnicería.

Para terminar diré que son muy típicos los menudillos de los animales citados, testículos, sesos, ojos, tripas y toda la casquería oportuna que se pueda aprovechar hecha en albóndigas, asada o en cocidos. Les encanta. En ocasiones debido a la buena presentación…

martes, 13 de octubre de 2009

¡¡ Viva Honduras!!
















Aquí va una de días nacionales, que últimamente están de moda.
El viernes pasado, la ciudad de Ammán celebró su cumpleaños. Nada más y nada menos que cien años que cumplía la muy coqueta. No es nada si lo comparas con las ciudades de alrededor (Jerusalén, Damasco, El Cairo y demás), las cuales se cuentan entre las más longevas del mundo mundial, pero a los de por aquí pues como que les hacía ilusión, así que de fiesta todo el día….

Para conmemorar dicha ocasión, los ammanitas montaron un desfile por el centro de la ciudad. Por una vez, se dejó de lado militares, carros de combate y demás parafernalia bélica, y ofrecieron al público, que era bastante numeroso, un colorido y divertido desfile en el que, década a década, se veían representados los avances del país, su evolución e historia.

Así, a lo largo de hora y media, fueron desfilando grupos de música (sobre todo con gaitas, jamás lo hubiéramos imaginado), estudiantes y jinetes. Desde la carroza que simbolizaba la llegada de la electricidad, a los beduinos y sus costumbres (base de este país junto con los palestinos), los deportistas, etc. Incluso profesiones como la de basureros, jardineros, taxistas (con los taxis incluidos) y vendedores ambulantes, que aquí son legión, recorrieron la calle principal entre los aplausos de la gente y los gritos de los gamberros que teníamos delante, dos jovenzanos que no perdían ocasión de tirarle la caña a toda chica que pasara desfilando cerca suyo, ¡ni una se libró!

Tras hora y media el acto concluyó (la verdad que fue entretenido) y mi señora y yo encaminamos nuestros pasos en pos de los del resto de asistentes. No teníamos ni idea de donde iba la gente, pero como hacía buen tiempo, pues nos dejamos llevar, y así arribamos, tras veinte minutillos viendo gente cantando y niños trepando en camionetas, a la parte donde se encontraba un escenario en el que suponemos que había acabado el desfile.

Las gradas se encontraban abarrotadas de gente gritando y cantando con banderas y demás. Todos parecían divertirse hasta que, visto que la gente no estaba por la labor de irse para casa, la policía cargó a “cinturonazos” para espantar al personal.

En un visto y no visto, la grada estaba desierta, y multitud de chiquillos y bigotillos púberes corrían en desbandada por la zona. Al principio nos llevamos un sustillo, pero luego ya se vio que tampoco era tan grave como parecía. Los chavales vacilaban, y los polis corrían detrás. Eso sí, a un par de ellos ya les vimos llevarse una buena hostia, con cinturonazo en la cara incluido. En fin, que así terminó la fiesta, y con las mismas nos retiramos al hogar, no sin antes comprar un pastel de queso, mmmm……

Después de ver a toda esta gente sintiendo los colores y desgañitándose por su rey (tan tirano como todos los de la zona, solo que éste “nos” cae bien y es amigo, por lo que se le deja hacer sin criticarlo demasiado), nos dijimos…”donde esté un buen Borbón narigón que se quite todo”, y ayer acudimos a la casa del embajador español en Jordania, que celebraba una recepción en su humilde morada (una choza de impresión con un jardín y una piscina que quitaban el hipo en la zona más cara de la ciudad), que por cierto se paga de nuestro bolsillo (más bien del vuestro, que yo cotizar, lo que se dice cotizar, poco…)

Tras los saludos de rigor, nuestras mercedes se adentraron entre la jungla de corbatas, americanas y zapatos de tacón en busca de un triste pedazo de jamón que llevarse a la boca –el cual, para desengaño de nuestro espíritu, no se encontraba por ningún lugar-. Ante semejante desatino, decidimos volcarnos en la degustación del vino tinto, del que dimos buena cuenta a lo largo de la velada.

Después, lo típico de estas veladas (es lo que tenemos los hombres de mundo, no nos impresiona ya nada). Himnos, discursito del embajador (para los interesados, fue en inglés y en tono de despedida, que se pira en dos semanas) y a seguir dándole al vinacho y otras bebidas espirituosas, que ya se echaba de menos una barra libre como dios manda…

Y así siguió la cosa hasta que nos echaron, eso sí, de buenas formas. Como siempre en estos casos, a echar la última a un bar (el primero decente que conocemos después de casi tres meses) y a dormir, que hoy había que trabajar. En fin, que celebramos como se debe la aniquilación de los nativos americanos hace más de quinientos años, aquello sí que eran epidemias y no esto que nos intentan vender ahora… Bueno, como bien dijo Trillo, flamante ex ministro donde los haya, ¡¡Viva Honduras!!

lunes, 5 de octubre de 2009

Analizando un periódico


Desde que llegamos allá por enero, normalmente no leemos prensa de aquí. Tanto en Siria como en Jordania, la mayoría de los periódicos están escritos en árabe, y dado nuestro nivel, solo ahora empezamos a entender algunos titulares y entradillas. Exceptuando una revista mensual redactada en inglés en Siria (Syria Today) y un periódico diario también en inglés en Jordania ( Jordan Times), pocos medios más tenemos a nuestro alcance para ponernos al día.

Por ello, a pesar de vivir aquí, nuestras fuentes de información clásicas continúan siendo los diarios españoles por internet, así como otras páginas de la web, sin olvidar los canales de televisión, en especial en de Al Jazzira, eso sí, también en su versión inglesa. Respecto a su calidad, la libertad de prensa y demás, ya os contaremos otro día, que éste es un tema que da para mucho y se merece una entrada para sí sola.
Y como estamos de periódicos, no queríamos dejar pasar la ocasión de comentaros la edición del 24 de septiembre del Jordan Times, el cual nos hizo pasar un buen rato el otro día. Por noticias curiosas que no sea…

Aparte de la política internacional, el futbol (están locos por la liga española…¡¡algunos hasta se conocen a los jugadores de Osasuna!!) y la situación en la zona, este periódico siempre suele traer alguna noticia curiosa, pero desde luego, este día se lucieron, ¡qué variedad!.

Se ve que no había muchas ganas de trabajar en la redacción, así que no se les ocurrió mejor notica para la portada que abrir con “El oficial de tráfico más famoso de Jordania vuelve a las calles de Ammán”. Acompañado por una foto del susodicho, el diario no escatima espacio ni elogios para la figura de tan singular personaje, que no duda en afirmar que “dirigir el tráfico es mi pasión y mi vida. Cuando el tráfico se vuelve difícil, yo me pongo muy contento y entusiasmado, ya que mi prioridad principal es ayudar a la gente”.

Tras deleitarnos con su biografía –estudios en la academia, primeros pinitos, cómo conoció al rey un día trabajando y su vuelta tras años retirado-, el periodista no duda en entrevistar a varios conductores ammanitas, los cuales sueltan perlas como la del señor Haddadin, que asegura que “cuando era joven, solía ir a Nasha (un área) solo para ver a Hazzaa (el poli) organizar el tráfico, a pesar de que yo vivía en Salt, que estaba muy lejos de la zona” u otro que afirma “ cuando él dirige el tráfico es como si bailara”. Pura poesía con casco y porra…

Páginas adentro, otra noticia nos salta a la vista. Por todos es bien conocida la situación de los palestinos que viven en Gaza, ese campo de concentración moderno al que ya parece que todos nos hemos acostumbrado. Pues bien, un reportero nos relata cómo el que quiere, puede. El tema de la noticia no es otro que el “tráfico” de coches por túneles desde Egipto a Gaza en la famosa zona de Rafah.

La cosa es que los palestinos, a falta de carreteras y fronteras normales, tienen que desmontar los coches en cuatro piezas, las cuales son llevadas una a una bajo tierra por los túneles, para luego volver a ser ensambladas en su territorio. Tras esto, queda un último viaje, el del motor, y cuando llega, se instala, se pinta y ya se puede vender el coche. Eso sí, salen caros a los dueños, que tienen que pagar el doble que si lo compraran en un país “normal”.

Tras esto, las noticias típicas (que por supuesto los medios españoles suelen ignorar): 12 muertos por tiroteos en Somalia, 11 en Irak, 17 en Túnez o el robo de un depósito de monedas con un helicóptero robado en Suecia.

Como nota final, dos apuntes más. El primero es que los fieles musulmanes jordanos no están dispuestos a seguir la fatwa religiosa dictada por sus dirigentes que aconseja cambiar los rituales besos en la mejilla y abrazos por simples apretones de manos para evitar el contagio de la gripe porcina.

La segunda cuestión, un breve, nos relata cómo la policía en Irán está llevando una campaña de alerta a los comerciantes para que no expongan en sus tiendas maniquíes sin hiyab (pañuelo) y con ropas que expongan las curvas del susodicho muñeco. Puñetero afán represivo, que están tan enfermos que tienen miedo de que hasta un cacho de plástico les ponga calientes…

En fin, que ahí queda este refrito noticioso. Como ya he dicho, la situación de los medios para la siguiente. A disfrutar leyendo….

domingo, 27 de septiembre de 2009

Morriña de la tierra







Sin duda, este sábado está siendo uno de los días más tristes y desequilibrantes (emocionalmente hablando) desde mi llegada a estas tierras. Hoy, 26 de septiembre de 2009, se están celebrando en tierras patrias dos acontecimientos emocionantes, irrepetibles y divertidos, los cuales me estoy perdiendo y en los cuales no hago más que pensar (lo cual también se ve acentuado por la falta de amistades en tierras jordanas).

El primero de ellos, sin duda el más relevante, es la boda de mi amigo Carlitos –canoso personaje de sonrisa franca y alegría contagiosa-, el cual se desposa con su querida María, la farmacéutica más marchosa y dicharachera de toda Pamplona. En este mismo momento en el que escribo, la ceremonia hará un par de horas que habrá terminado, y creo intuir que el resto de los amigos pamplonicas y señoras se encontrarán inmersos en la degustación del banquete nupcial, todo ello regado con vino, risas y buen ambiente (y que seguro que deriva en locura con el baile posterior, bares y demás).

No puedo dejar de pensar en lo bella que estaría la señorita Vika con uno de sus vestidos de boda, y lo mucho que me estaría riendo en compañía de los viejos amigos pamploneses. Buena gente todos ellos, con los que en un momento u otro, he vivido momentos increíbles…

En fin, enhorabuena pareja, espero que estéis pasando un gran día en compañía de los vuestros…

Por otro lado, en mi pueblo (Puente la Reina, para aquellos que no lo sepan) hoy se celebran las Ferias. Fin de semana que viene a señalarnos el final de verano, siempre ha sido célebre por su jornada de sábado (y no precisamente por las vacas de la tarde, que coñazo….)

Cada año se da el mismo ritual. Los más madrugadores de la cuadrilla acuden hacia mediodía a la plaza del ayuntamiento para coger un buen fuego en el que hacer el calderete (o fritada, a gusto del consumidor). Con anterioridad se han encargado de comprar la carne, la bebida, coger los caballetes y demás parafernalia, en la cual he de reconocer que nunca he colaborado, por lo que aprovecho para agradecer a todos aquellos que siempre se ocupan de estas cosas su inestimable actuación, sin la cual gente como yo se quedaría sin pegar bocao.
Hacia las dos van apareciendo (y aquí me incluyo yo) los perezosos que la noche anterior se quedaron echando unos tragos de más. Tras preguntar si hay algo que hacer (es obvio que ya está todo el pescao vendido y que solo queda mirar), abrimos un botellín de cerveza y a esperar bajo los últimos rayos de sol veraniegos a que la comida esté en el plato.

Luego viene la comida, la sobremesa, las anécdotas, los puros, los recuerdos, alguna partida de cartas y demás, cosas que convierten estas tardes en momentos cuasi-mágicos. No tengo más que recordar la del año pasado, tarde divertida de por sí, pero que en cierto momento llegó a ser desternillante, cuya mera evocación me dibuja una sonrisa estúpida en la cara.

Pues bien, también ahora estarán disfrutando del ambiente del pueblico mis “diablos” del “kaskajo” favoritos, botellas sobre la mesa, puros al morro… ¡ya me enteraré de quien ha llegado hasta la madrugada!

Y es que así son las cosas. Unos se casan, otros traen hijos al mundo, otros se van a vivir con la pareja y otros rompen, pero la cuadrilla siempre está ahí, para lo malo y para lo bueno, aunque sin duda esto último sea lo que prime.

Mientras mi cabeza sigue, como en un partido de tenis, de una fiesta a la otra, no puedo dejar de pensar también en los otros muchos colegas que tengo repartidos por otras partes, de mi querida Zaragoza a Madrid, Toledo, Asturias, Damasco y demás. Solo espero que todos estéis bien y veros a todos lo antes posible, a ser posible con una jarra de cerveza por medio. Quién sabe si para diciembre…

lunes, 14 de septiembre de 2009

Por el camino del desiertooo....
















Por el camino del desiertooo…. El viento me despeinaaa…. Tal y como nos cuenta la canción de los Gipsy Kings, decidimos irnos a la Reserva Natural de Dana este fin de semana. Así que cogimos una mochila con lo imprescindible y con lo prescindible por si teníamos que cambiar de destino en la estación a última hora. Ya se sabe cómo funcionan las cosas en Oriente Medio.

Tuvimos que esperar una hora y media y cambiar tres veces de autobús, pero ya estábamos en marcha y podíamos ver los tornados de arena levantarse amenazantes en explanadas de tierra desoladoras.

Llegamos a Dana, que es un pueblo del sur cercano al Mar Muerto y desde el que se puede ver Palestina e Israel. La cuestión es que los jordanos, que para algunas cosas son “muy apañadicos”, han reconstruido parte del pueblo, que se remonta al siglo XV con los Otomanos habitándolo, siguiendo la arquitectura existente y construyendo algunos hoteles. Así que puedes pasar una noche en uno de estos alojamientos por un módico precio y con la satisfacción de escuchar únicamente perros ladrar antes de cerrar el ojo y caer rendido. ¡Qué genial!

El pueblito, habitado por siete familias, se sitúa en lo alto de un monte que corona un imponente valle, desde el que vimos una puesta de sol preciosa, muy frecuentes por aquí y que en España no tienes tiempo para contemplar.

Dimos un paseo por los caminos de tierra y, entre polvo y más polvo, vimos árboles frutales diferentes. Momento en el cual se repetía la hazaña bíblica que “nos expulsó del Paraíso”, pues mientras Eva (Victoria) cogía una manzana (granada) la abría, comía y se la ofrecía a Adán (Ismael), éste último la rechazaba mirando a su alrededor, pero caía en la tentación y le daba un jugoso bocado.

Todo esto, ocultos a la vista de cualquier buen musulmán, pues estamos en Ramadan y no vamos a faltar. Además, he de decir en mi defensa que no habíamos comido al mediodía debido a este mes santo, que tanto santifiqué yo en el momento que me di cuenta que no había tiendita para comprar energías y había que esperar a la cena.

En fin, que como todos los sacrificios tienen su recompensa, la cena premió todo con creces, pues prepararon al fuego unas bandejas de diferentes verduras, arroz y carnes, de las que dimos buena cuenta (como dicen en los libros después de una gran batalla).

Tras una excelente cena, como buenos españoles nos quedamos tomando té para trasnochar un ratico (ya sé que los españoles tomamos otra cosa, pero es lo que hay) y, después de mandar a Francia y a algún país nórdico a la cama, los beduinos nos estuvieron tocando canciones con el laúd y el tambor, mientras aplaudíamos y ellos bailaban. Lo mejor: que lo hicieron porque acostumbran y quisieron y no por nosotros.

Para terminar el viaje, decir que en nuestra continua identificación con esto del Ramadán sufrimos la ausencia de agua durante toda una mañana, pues durante la vuelta a Ammán no pudimos ni remojarnos la boca, pese a tener una botella de agua, para respetar su ayuno. Y es que ellos te respetan muchísimo también a ti, pues a pesar de llegar los últimos al autobús, un jordano se levantó y se quedó de pie para cederme el sitio durante 35 kilómetros. Chapó!!

lunes, 31 de agosto de 2009

De tés por los puteches

Este sábado fue un día peculiar. Tras la desesperación sufrida el día anterior ante la total inexistencia de bebida alcohólica alguna –se ve que durante todo el mes de Ramadán no hay- en toda la ciudad, afrontamos el nuevo día sin mayor aspiración que la de estudiar y pasar un buen rato a la noche.

Pues bien, a la hora en que se rompe el ayuno, nos fuimos andando por las desérticas calles de esta ciudad hasta el centro, mientras los ruidos de platos y vasos que salían por las ventanas amenizaban nuestro paseo.

Una vez allí, cenamos en el local por excelencia de la zona –humus, habas, patatas y falafel-. y como en otras ocasiones, mientras yo pagaba, uno de los camareros se acercaba a Vika para tímidamente susurrarle: “You are very beautiful” al tiempo que asomaba una sonrisilla en su rostro, episodio que se repite con bastante frecuencia por estos lares. Es lo que tiene ir con una chica bonita…

Pues bien, tras comernos un dulce y otro pequeño paseo, nos dirigimos a un bar en los que habíamos estado la noche anterior preguntando si servían cerveza. Nos habían dicho que no, pero una chica que estaba allí nos dijo que pasáramos al día siguiente, lo cual, incautos e ilusos de nosotros, interpretamos como que a lo mejor había pan liquido para ese día.

La realidad fue bien distinta. No había cerveza, con lo cual pedimos té. Queríamos sentarnos fuera, pero nos indujeron a hacerlo dentro. Y una vez instalados, con nuestros tés en la mesa y una pipa de agua a mi vera, empezamos a darnos cuenta de que ese bar tenía algo… “especial”.

Ventanas tapiadas con ladrillos, un tío en traje berreando con un micrófono, doble puerta insonorizante, una barra sin alcohol, y lo más extraño de todo, varias mujeres solas sentadas por grupos en dos o tres mesas y sin hombres, lo cual os puedo asegurar que en estos países es algo que nunca se ve.

A partir de ahí, nuestra imaginación echó a volar, y poco a poco, fuimos confirmando sospechas. ¡¡Estábamos en un puteche!! Teníamos al dueño gordo cabrón que nos había liado, al camarero amigo de las chicas, a otro gordo rapao que tenía pinta de ser el que repartía leches si alguno se ponía tontorrón y por supuesto, más y más chicas que iban entrando en el bar y se metían entre unas cortinas para luego salir cambiadas y maquilladas. En fin, una historia.

La cosa es que allí estuvimos nuestro rato largo mientras yo fumaba la pipa y tomábamos los tés (que por cierto, estaban deliciosos) mientras intuíamos que la gracia nos iba a salir por un ojo de la cara. Pasado un rato, empezó a llegar clientela con sus consecuentes devaneos (tampoco penséis que muy tarde, eran las diez de la noche o así), momento en el que ya decidimos retirarnos.

Como no, nos la metieron doblada, y tuvimos que pagar la nada despreciable suma de 15 euros –por algo que en cualquier otro sitio, y tirando por lo alto, nos hubiera salido por 8-. Pero bueno, lo que no mata engorda, una experiencia más, aunque descartamos volver por el momento. Como le dije a mi madre, toda la vida viviendo encima de un puticlub y luego no se reconocerlos…

La cosa es que a Vika le debió dejar un poco tocada, porque nada más llegar a casa empezaron a ocurrirle cosas, como pillarse el dedo con la ventana o dar vueltas con su vestido nuevo y marearse hasta vomitar. Cosas de la chica… Por cierto, nos acaban de llamar y comunicar que tenemos trabajo para un mes mas como profesores, asi que por aqui curreleando otro mes. Ya os contaremos que tal.

jueves, 27 de agosto de 2009

En búsqueda de la purificación











Como bien sabéis todos, el sábado pasado dio inicio en el mundo musulmán el mes de Ramadán, mes de ayuno y privaciones que dura 30 días naturales. Este mes comienza cuando la luna hace algo que la verdad es que no nos llegamos a enterar muy bien y que marca el inicio de este periodo.

La cosa es que ni siquiera entre los países musulmanes se ponían de acuerdo si empezaba el viernes o el sábado (y eso que cada uno tenía a su gente mirando al cielo para avisar del exacto momento en el que la luna hiciera lo que tenía que hacer), pero hasta en esto tira la política y sus peloteras relaciones, y los amigos de Arabia Saudí lo empezaron cuando éste lo indicó y el resto, pues el otro día.

Pues bien, en Jordania empezó éste sábado con el canto del almuédano que lo anunciaba. A partir de ese momento, todos los musulmanes practicantes tienen prohibido, desde que amanece (y celebran la primera oración del día) hasta que atardece (y celebran la cuarta), comer, beber, fumar y practicar sexo.

Sin duda alguna, lo más duro de todo es lo de no beber –bueno, y para los fumadores el no fumar-. Lo de no comer no se lleva tan mal, porque aunque pasen un poco de hambre, a la noche se pegan unos atracones de miedo. Pero lo de no beber, con el calor que hace y lo secas que son estas tierras, de verdad que es muy muy duro.

Hay casos en los que la gente está exenta de hacerlo (mujeres embarazadas, niños pequeños, enfermos y demás), y hay otros que, si bien se les permite no hacerlo ahora, luego tienen que recuperarlo y hacerlo durante otro mes, como las mujeres lactantes y demás, cosas de la religión.

Cuando llaman a la oración de la tarde (la cuarta), las calles están completamente desiertas. Todo el mundo está en sus casas o en las mezquitas (algunos a restaurantes, pero son los menos), y en cuanto termina la oración, sin decir ni mú, empiezan a comer y beber como posesos, tras lo cual viene el cigarrillo de rigor, y quien sabe lo que hay después con la parienta….

Por la mañana, antes de que amanezca, mucha gente también se levanta y desayuna, dulces sobre todo, y se vuelven a acostar. La mayoría de la gente que trabaja lo hace solo por la mañana (los bancos, negocios y demás tienen horarios especiales de Ramadán, como en sanfermines), e incluso hay muchos que se toman el mes de fiesta (como los puticlubs, los bares y demás, están todo el mes cerrados!!)

Como os podéis imaginar, si la ciudad era bastante aburrida de por sí, ahora es un auténtico coñazo. La gente, a partir de mediodía se refugia en casa como si les fuera la vida en ello, y luego, a los pocos que se ve, parecen almas en pena.

El otro día fuimos a Downtown, la parte vieja de la ciudad, a la hora de romper el ayuno. Todo cerrado, vacío, poca gente (y los que había estaban derrotados). Entramos en un restaurante muy famoso de falafel, humus y demás que hay por ahí, y en cuanto terminó la oración, todos se lanzaron a comer y beber sin decir ni palabra. Solo se veía gente llevando el pan al plato y dando largos tragos de agua a las botellas de litro y medio que se habían agenciado.

No se, pensábamos que iba a ser mucho más festivo (o por lo menos eso nos habían dicho de Damasco), con restaurantes alborotados, la gente en la calle y demás, pero de eso, ni sombra (quizás cambie entre los países, todo puede ser). La cosa es que, aparte de poner una media luna de colores en sus casas, poco más de tono festivo hemos visto.

Los no musulmanes podemos beber y comer, pero solo en casa o sitios que no te vean. No es que esté prohibido, aunque si lo haces es casi seguro que alguien te va a llamar la atención, aparte de que por respeto no se hace y punto. Si trabajas con ellos en una oficina, estas jodido…

Todo esto viene porque Mahoma ayunaba en el monte un mes al año, y fue en uno de esos meses cuando Alá empezó a revelarle el Corán. Además, también se supone que sirve para purificar el cuerpo y el alma (aunque yo creo que se purifican poco con los atracones que se pegan luego) y para llegar a sentirse e identificarse con los más pobres de este mundo (que no tienen para comer y demás).

En fin, que por aquí todavía nos quedan 25 días de ayuno y oración, esperamos pasarlos bien. Cuando acaba el Ramadán se celebra una de las mayores fiestas del calendario musulmán, la de Aid al-Firt, que es cuando sacrifican un cordero, ya os contaremos como sabe….mmm….cordero…mmm…asado…

domingo, 23 de agosto de 2009

Hama, la ciudad de las norias




Aunque lejana ya en el tiempo no podía dejar de comentar esta visita que expongo a continuación, la visita que hice a Hama, una ciudad siria famosa por sus norias e importante para mí. El verano pasado, debido a mi trabajo, tuve contacto con un grupo de artesanos sirios que llegados a Zaragoza desde Hama, llevaron a cabo junto a un ingeniero y a dos artistas franceses la construcción de una noria hidráulica en el Parque del Agua de la capital aragonesa, muy “cerquica” del Ebro.

Pues bien, cuando empezaron las obras en Zaragoza, este grupo de sirios tuvo que invertir los primeros días de trabajo en un cursillo de prevención de riesgos laborales, puesto que estos artesanos, que se han dedicado toda su vida a construir norias, trabajan sin ninguna de las protecciones tan importantes y obligatorias en España. Y es que los sirios son más “de andar por casa” y no usan nada de esto, trabajan sin arneses en alturas tremendas y con sandalias en lugar de botas mientras transportan y colocan bigas de madera de unos 11 metros.

El trabajo en la noria de Zaragoza terminó exitosamente y se ha convertido en una de las intervenciones artísticas que la Exposición internacional de Zaragoza 2008 ha dejado para los ciudadanos. Para mí tiene aún más significado, me recuerda aquellos días en que acudía con algún medio de comunicación a las obras para entrevistar a este grupo de artesanos, que sin haber salido nunca de su tierra, viajaron a España para dejarnos parte de su cultura. Siempre dispuestos a lo que les pedíamos y agradecidos pese a que interrumpíamos su trabajo constantemente.
Por esa misma razón la visita a Hama fue muy calurosa, tanto por el sol abrasador como por la gente que encontramos por el camino, pues nos acogieron tan bien como lo hacían ellos cuando les visitábamos. Pude ver norias en el río de todos los tamaños, a niños bañándose en las presas y a alguno que otro escalando una noria de 12 metros con sus propias manos. Me imagino que este último será quién continúe con esta obra hidráulica tan útil pero lejana ya de su tiempo.

martes, 18 de agosto de 2009

Por donde Cristo perdió el pecado







El pasado fin de semana, y gracias a uno de los alumnos de Victoria, conocimos dos de los sitios más emblemáticos para los católicos que viajan hasta estas tierras en busca de paz espiritual (porque si buscan fiesta, poca van a encontrar…).

Jaldún –palestino de buena planta, encaminado hacia la calvicie y de gran corazón-, nos condujo en primer lugar hasta el sitio donde, tras años de disquisiciones, se ha establecido que Jesucristo fue bautizado por Juan Bautista (su nombre lo dice todo acerca de su profesión). El sitio en sí no es nada del otro mundo, y si no fuera por éste aliciente histórico, sería más bien un lugar a evitar.

Tras kilómetros de planicie desangelada (algo inevitable en este país, cuya superficie es en un 90% desierto puro y duro), llegas a un parking en el que nada más salir del coche sientes como si el cielo te cayera encima (la temida amenaza de los galos Asterianos). Este lugar se encuentra 300 metros por debajo del nivel del mar, y la verdad que eso se nota. El calor es húmedo, pegajoso, pesado, y desde el primer momento te sientes como plomizo y fatigado.

Tras pagar religiosamente (de esto sí que saben bien en estos lugares, vayas donde vayas nunca cambia), te montan en un ¿autobús? que va hasta un lugar próximo al del bautismo. Allí caminas 300 metros hasta llegar al río Jordán –cuyas aguas marcan la frontera entre Jordania y la sufrida Palestina- , caminas y llegas a una poza de agua sucia (no bromeo, era como un charco viejo) en la que te dicen que fue bautizado Jesús y perdió el pecado original (que de ese no se libra ni el hijo de Dios!). No tengo ningún motivo para dudar de que así fuera, pero desde luego, es una visión que solo puede conmover a un verdadero creyente.

Tras una vuelta corta, calurosa y nada emotiva, volvimos al lugar de origen (el parking), donde las tiendas de recuerdos varias te ofrecen agüita rica del río Jordán al módico precio de siete euros por unos cinco mililitritos. Será porque el país sufre sequía y el agua se paga cara!

Después nos encaminamos hacia el Mar Muerto, pero en vez de ir en busca de sus saladas aguas, cogimos un desvío y nos encaminamos al Monte Nebo, lugar en el que dicen que Moisés avistó la tierra prometida para el pueblo de Israel y en la que al pobre le fue vetada la entrada por haber desconfiado (o desobedecido, o mentido, la verdad que no me acuerdo)a Yavéh (siempre tan amable y considerado, después de 40 años andando, pobrecito…)

La cosa es que atravesamos una serie de montañitas desérticas por una carretera que ni buena ni mala, pero siempre en cuesta, hasta llegar a la cima del lugar. La iglesia estaba cerrada, pero la verdad es que las vistas merecían la pena. Eso sí, desierto puro y duro (desde luego, para ser la tierra prometida prefiero las vistas desde el Perdón de Pamplona y mi pueblo por el otro lado), pero todos sabemos para lo que han dado y dan esos lugares (sobre todo para joder a pobre gente, para eso no tienen precio)

Pues bien, tras ver atardecer, al pueblito de Madaba, donde cayó una buena cerveza con narguilla, y de ahí a Ammán, que ya se había hecho tarde. Desde luego, no vimos nada del otro mundo, pero fue una tarde agradable y entretenida, aunque dudo que volvamos por allá…

lunes, 10 de agosto de 2009

Desde luego, ésto no es Ibiza...




En palabras de un “ammanita”, las opciones de ocio que ofrece la ciudad para el fin de semana son tres: los restaurantes, las cafeterías y los centros comerciales. Y no erró. Ammán es una ciudad incómoda. Al estar construida sobre montes, todo son subidas y bajadas, y exceptuando Downtown -un área un poco conservadora que se encuentra como en la base-, el resto de la ciudad se encuentra como desconectada.

El coche es fundamental para moverse por ella, y dar un paseo largo no es que sea un plan muy apetecible. La carretera prima sobre todo, y luego el resto son casas, pero con poca actividad callejera. Tiendas, restaurantes y demás, excepto en zonas muy determinadas, se encuentran diseminados por las diferentes calles, y no hay un barrio o zona donde a uno se le ocurra ir a pasar un par de horas (exagero un poco, pero es que estoy desilusionado).

Y aquí es donde este chaval acertó. O te metes a un restaurante a comer, o a una cafetería. En ambas la gente simula a los dragones en lo que a echar humo por la boca se refiere, mientras ven algún partido de fútbol una pantalla (da igual cuál sea mientras sea fútbol). Una gran parte de los mismos, sobre todo los antiguos en los que hay alcohol, son exclusivos de hombres, pero también se encuentran unos cuantos en los que ambos sexos comparten espacio sin problemas.

La comida es buena y aunque los precios son más caros que Damasco siguen siendo asequibles, pero se echa de menos el ambientillo damasquino, que aunque no sé muy bien que es, doy fe de que existe.

El tercer punto de encuentro son los centros comerciales. Hay unos cuantos por la ciudad, modernos, limpios y equipados con todo lo que a un centro comercial se le supone. Tiendas de ropa, restaurantes de comida rápida -incluyendo McDonals o Burguer King, que la única diferencia que tienen es que no sirven cerdo-, atracciones para los niños y escaleras mecánicas.

Este fin de semana estuvimos en uno de ellos para asistir a la fiesta de cumpleaños de un chaval, y la verdad que el centro no tiene nada que envidiar a un europeo (es más, a mi me pareció bastante más moderno que la mayoría de los que he visto en España). No soy muy amigo de estos sitios, más bien los aborrezco bastante, lo cual no es óbice para que me lleguen a sorprender.

Modernidad y moda se mezclan con conservadurismo y tradición en el mismo espacio. Escaparates con minifaldas y picardías son observados por mujeres cubiertas de los pies a la cabeza, incluyendo a algunas con guantes y gafas y sol, y bares modernísimos en los que la gente degusta una pipa de agua son algunos de los que más me chocaron. Ver el emblema de Burguer King en una tierra en la que el 55% por ciento de la población es palestina me sorprende, y creo que esto no es nada en comparación con los países del Golfo, donde el contraste debe ser aún mayor.

En fin, que Ammán no es precisamente el lugar más animado del mundo –por lo menos a mi gusto-, pero por el momento es lo que hay, así que intentamos aprovecharlo lo mejor que podemos. Por de pronto, el otro día compramos una botella de vino, a ver cuándo le damos un tiento!!

miércoles, 5 de agosto de 2009

Esto es un homenaje a mi pueblo.




Esto es un homenaje a mi pueblo. Arauzo de Salce es un pueblo situado al sur de Burgos, cerca de Aranda de Duero y Santo Domingo de Silos (para que lo podáis situar). En muchos mapas no aparece, pero cuando en otros lo veo escrito me hace mucha ilusión y me pongo muy contenta.

Es el pueblo de mi padre, aunque tras 25 años de vida sin dejar de pisar estas tierras, lo considero mi pueblo y así lo digo cuando me preguntan, por muy aragonesa que sea. Es muy pequeño. No lo es por su tamaño (aunque se recorre rápido) pero sí por su población, tanto que en la actualidad habrá unos 70 habitantes, la mayoría de los cuales son mayores.

No tenemos tiendas porque los dueños de los dos bares que había con sus correspondientes despachos de productos y que yo conocí, se jubilaron. Ya les tocaba tras toda una vida trabajando. Nuestros lecheros vendieron las vacas ya hace unos cuantos años y dejé de ir a los corrales para ver a los terneros recién nacidos o para recoger leche fresca. ¡Cómo gustaban en mi casa los calostros!

Los pastores dejaron de acercar sus rebaños de ovejas al pilón de la plaza para que bebieran agua, con lo cual también desapareció su rastro por las calles (en forma de bolitas). Aunque todavía podemos presumir de tener algún pastor entre nuestros vecinos.

Sin embargo, los agricultores todavía trabajan sus tierras, pues también los hay jóvenes. Y también tenemos paisanos que cuidan de sus animales. Y es que por mucho que avance la sociedad (para bien y para mal) y se lleve por delante muchas de estas cosas, ya sea porque desaparecen o porque no hay quién las continúe, para mí el recuerdo de mi pueblo seguirá siendo ir al huerto, comprobar que las gallinas no se pueden escapar, entrar a coger un tomate, lavarlo con la manguera y comérmelo. ¡Qué tomates! ¡Qué pepinos! ¡ Y qué pollos guisados hacía mi abuela!

Ahora, desde la lejanía y desde la ventaja que me dan todos estos medios para expresar mi morriña en estas fechas, aprovecho para decir que aunque seamos un pueblo pequeñito y la gente se sorprenda porque nos tengan que traer el pan en una camioneta (¡y qué pan!) no cambiaría mi pueblo por ningún otro. Ni por tener un bar, ni por tener un campo de fútbol sin cardos, porque todas estas cosas junto con la gente que nos reunimos año tras año y la gente que ya no está, la historia de cada uno de ellos, son lo que hace que sea mi pueblo.

Chepaloooooo!!!!!

martes, 4 de agosto de 2009

Valoraciones de una semana jordana











Tras más de una semana en la capital de éste desértico país, ya hemos empezado a apreciar las diferencias existentes entre Ammán y Damasco, sutiles en la mayor parte de las ocasiones, muy marcadas en otras.

Salta a primera vista que ésta es una ciudad mucho más moderna. Esto se aprecia a todos los niveles: coches, edificios, calles, limpieza, ropas y demás. No quiero decir con esto que la ciudad sea mejor, sino diferente. Aquí se echa de menos la vida callejera, el bullicio y alegría de los sirios, aunque el ambiente sea menos caótico y la polución mucho menor.

Ammán está construida sobre montañas, y por eso la ciudad es un poco jodida para pasear. Subes y bajas continuamente, hay escaleras –de unos 100 escalones, lo cual no es moco de pavo-, en todas partes, y la verdad que con el calor que hace te cuesta menos de cinco minutos el empezar a sudar. Además, esto es puro desierto, y la sensación se acentúa por el color de los edificios, donde predomina un aplastante tono marrón, seguido de un grisáceo que tampoco es que te levante el espíritu, aunque le da cierto encanto.

Eso sí, en cuanto se oculta el sol empiezan los fuegos artificiales. Si subes a uno de los puntos altos, puedes ver cómo lanzan los cohetes –nada complicados, de cuatro colorines y pocos más- en cuatro o cinco puntos diferentes de la ciudad al mismo tiempo, y luego más, y más, y más… Se lanzan para celebrar bodas, cumpleaños, graduaciones y que el jefe la ha pingao, con lo cual hay fuegos durante horas todos los días.

Todo es bastante más caro que en Damasco, incluido el alcohol, que roza lo prohibitivo. Tanto será que la Vica y yo llevamos más de una semana sin probar ni gota, y sin que nos salgan granos!! Se come bien, pero sin grandes diferencias respecto a lo que conocíamos y, eso sí, el agua es bastante mala, y a mí en concreto me reseca un montón! (lo q ue hay que inventarse para no lavar la ropa a mano , que no tenemos lavadora en el piso…)

Y ya que menciono nuestro nidito de amor, os comento que hemos llegado a la conclusión de que se encuentra situado en pleno epicentro de la zona de putas de la ciudad. Uno, que se ha criado con unos cuantos de éstos locales a su alrededor desde su más tierna infancia, los sabe reconocer, y os puedo asegurar que alrededor de nuestra calle (mejor dicho, en una paralela), hay como cuatro o cinco de estos garitos de mala vida. La verdad que no los echábamos de menos…

Y en el apartado de breves, pues contaros que dormimos fatal (no sabemos si por el calor o por la música de los puteches que está hasta las mil o por las dos), que la ciudad está llena de filipinas e indonesias –que al igual que en los países del Golfo se dedican a trabajar en las casas-, que los sirios les caen mal (¿qué país se lleva bien con su vecino?), que tienen mucho más estilo y gusto a la hora de vestir, y que el camión del gas avisa de su cercanía con una música bailarina de caja de muñecas que horroriza a cualquiera.

En fin, que las clases van para adelante y estamos bien. Preferimos Damasco, pero esto también nos gusta. Y con tiempo, pues a conocer más y más. ¿Qué será lo próximo?

domingo, 26 de julio de 2009

Desde Jordania con amor



¡¡Ya estamos en Ammán!! Bueno, en realidad ya llevamos aquí cuatro días, pero hoy ha sido el primero en el que hemos gozado de un poco de tranquilidad, que llevamos un movimiento que ni la Ruta del Bakalao…

El caso es que mañana (bueno, hoy, que esto lo estoy escribiendo ayer) empezamos a dar las clases a los pobres chavales que se han aventurado a estudiar la gloriosa lengua de Chiquito, Pozi y “la mierda de la Sole!”. La verdad es que estamos con ganas, pero un poco acojonaos, pero bueno, siempre hay una primera vez no?
Pues eso, que cada de uno de nosotros va a tener a su cargo a unos 14 jordanos tres horas al día, cinco días a la semana durante un mes, esperemos saber enseñarles y hacer que se lo pasen bien.

Desde que llegamos, solo hemos estado en el instituto aprendiendo a enseñar y buscando piso en esta marrón ciudad, cosa que hemos logrado hoy después de que las gentes que pueblan estas tierras nos dieran otra lección de amabilidad y solidaridad desinteresada de las que aquí acostumbran, y eso que los jordanos, comparados con los sirios, ni chicha ni limoná!

Después de mirar pisos en internet durante toda la mañana, experiencia que puede calificarse como de frustrante, optamos por el método “made in Oriente Medio”, oseasé, ir a las tiendas del barrio y preguntar.

En la primera de ellas, un chaval bien majete se fue a otra tienda a por todos los periódicos de anuncios y, mientras nos invitaba a un refresco, llamaba a los que creía que eran más baratos y mejor situados para nosotros. Al final no hubo resultados, pero la verdad que el chaval se portó con nosotros de lujo.

Después de andar durante un rato (y de discutir un ratico con la Vica por qué dirección tomar y demás), entramos a un supermercado y preguntamos al dependiente, el cual se estaba fumando una buena pipa detrás del mostrador. Este hombre fue a buscar a otro dueño de un restaurante, y este nos llevó a un edificio que tenía una pinta de nuevo que te mueres. Todo esto nos sirvió para comprobar que nuestro árabe ha mejorado ostensiblemente y que por estos lares hay edificios a la europea de lo más cucos.

La cosa es que después de negociar un rato (la verdad es que tampoco pudimos bajar el precio mucho), la señora Vica y uno mismo se han mudado a un pisito muy coqueto, con su salón, cocinita, baño y dormitorio, amueblado, con todo nuevo y por 240 euros al mes, un poco caro para esta zona pero aún así muy rentable para nosotros. Además, es la primera vez que vivimos juntitos en solitario, así que parece que esto va en serio!! (quién lo podía imaginar después de cinco años?)

Bueno, pues que ya estamos en Ammán. La idea es quedarnos aquí un mes (lo que dura el curso), conocer un poco más este país y volvernos a Damasco para finales de agosto, eso si no nos sale algo más por aquí, in sha allhá! Bueno, a cuidar esos higadillos, que el verano es muy castigador!!!

jueves, 16 de julio de 2009

Un fin de semana alawita

El fin de semana pasado mi amiga (sigue siendo la única) me invitó a pasar unos días en su casa del pueblo en Latakia, localidad situada en la costa mediterránea siria. Ni corta ni perezosa me cogí el bus y me planté allí yo sola, ya que Ismael no fue esta primera vez. Pero después de conocer a toda la familia, vecinos y habitantes de pueblos cercanos, le han dado el visto bueno y está invitadísimo para futuras ocasiones.

La cuestión es que sin saberlo me encontré celebrando la boda del hermano de mi amiga. Y lo más curioso es que, tras haber estado en una boda drusa al sur del país, tuve que viajar hasta el norte para descubrir cómo son las bodas de los Alawitas, otra rama del Islam que predomina en esta zona de Siria y que me permitió descubrir también muchas de sus costumbres y forma de vida.

Tras pasar cinco horas en la peluquería, en la que las cuatro hermanas y servidora nos peinamos y maquillamos (ellas blancas como la muerte y yo morena conguito…) fuimos al restaurante, que estaba en la cima de una montaña, ya que toda la zona es verde y, agradecidamente, fresca.

La gente llegó y se sentó donde les parecía. En las mesas había comida y bebidas y nadie ordenaba cuando se tenía que empezar. Si tenías hambre, comías. Si tenías sed, bebías. Después de media hora, llegaron los novios en un coche lleno de globos y pijaditas varias y entraron atravesando un pasillo de espadachines, dieron una vuelta al ruedo, saludaron a los invitados y estrenaron la pista de baile. Acto seguido, toda la gente se echó a la pista a bailar dabki, mientras se seguía comiendo y bebiendo, pues cada cierto tiempo se sacaban nuevos platos.

Así, bailabas, comías y bebías, y sólo se rompió esta sucesión cuando se instaló una mesa en el centro de la pista, en la que se recogía dinero que la gente quería dar como regalo, y cuando los novios se intercambiaron algunos objetos de valor, momento a partir del cual, quedaron casados y se besaron, aunque con cierta reticencia por parte de la novia, que no quería que le diera un beso en los labios en público.

La fiesta y el fin de semana continuaron. Mientras tanto, hubo varios intentos de casarme con gente del lugar, pero mi gran amiga y defensora se interpuso y salió en defensa de Ismael. No me imagino sentada en un corazón de ese tamaño (4x4) y bailando con un vestido gigante (2x2)…

lunes, 13 de julio de 2009

De zocos por Damasco




Hoy he ido a hacer la compra al zoco, y esto es todo lo que he cogido: medio kilo de hummus, uno de berenjenas, medio de zanahorias, uno de ciruelas, otro de melocotones y otro más de pavías, dos kilos y medio de tomates, dos de patatas, medio de calabacín, un kilo de macarrones, seis huevos, una sopa de sobre y 350 gramos de queso fresco. ¿Sabéis lo que me ha costado todo? Pues nada más y nada menos que 7,3 euros. ¡¡Increible!!

Cada vez que voy al mercado -que no es otra cosa que una sucesión de tiendas y puestos más o menos improvisados sobre la acera-, alucino con este asunto. No porque lo de aquí me parezca que está tirado –que lo creo-, sino porque no me cabe en la cabeza qué coño es lo que hacemos en España para que uno vaya al supermercado con 40 euros, se los gaste entéricos y ni siquiera tenga comida para una semana.

Si no estoy equivocado, las cosas son así. Los agricultores españoles ganan bastante poco, los consumidores pagan un huevo y parte del otro para llenar el frigo y seguimos con subvenciones para el campo para proteger nuestro mercado de los llamados “países en desarrollo o del tercer mundo” que nos “amenazan” con sus precios baratos y falta de calidad. Para mí, vergonzoso.

Hace un año y medio leí que en España, el 80 por ciento de los productos alimenticios que se consumen en todo el país son distribuidos por seis compañías (véase El Corte Inglés, Carrefour y demás), de las cuales tres de ellas copan el 50% del mercado.

Así, cuando uno paga en el super dos euros y medio por un kilo de tomates insulsos o un euros y medio por un kilo de manzanas o peras insípidas (que vete tú a saber por qué aguantan en el frigo algo así como entre tres y cinco meses), debería preguntarse qué tipo de alimentación está llevando y a quién beneficia con ella.

Estas compañías juegan con nosotros y con los agricultores. Fijan precios, manejan la distribución y los stocks a su antojo, importan productos de todos los rincones del mundo con los consiguientes daños ecológicos y medioambientales que eso supone (como el derroche de combustible que hay que hacer para llevar estos productos a todos sus centros), favorecen los munocultivos en países llamados pobres y consumen una barbaridad de plástico y otros materiales en envoltorios que van dentro de envoltorios que están dentro de un plástico que va en una bolsa, todo para que nosotros podamos comer aguacates y mangos todo el año.

No creo que Siria sea el modelo a seguir ni mucho menos, pero sí que considero que tienen unas cuantas cosas buenas que nosotros hace tiempo que perdimos y que no estaría de más que recuperáramos para que las cosas fueran un poco mejor de cómo van hasta ahora.

Algo que a mí me parece fundamental es que aquí respetan las estaciones. Aquí se come comida de temporada, como cuando éramos pequeños. No tenemos el derecho de comer lo que queramos cuando queramos, por muy opulentos que seamos. Deberíamos respetar las estaciones, y comer productos de temporada, viviendo así mucho más acorde con la naturaleza y respetándola (aparte de evitar malos usos de la tierra que la dañan y hacen menos productiva).

Segundo, aquí pervive el trato entre el tendero y el cliente. Se habla con ellos, se pregunta precios, se toca, se huele y se prueba sin reparos, y si no te gusta, no compras. Esto sí que es algo que perdimos hace mucho. Hay que buscar medios alternativos a los supermercados y sus supuestas ofertas.

Ir a los mercadillos, a las tiendas de barrio, a las granjas y demás. Hay que quitar de nuestra vida diaria a ese intermediario (póngase el nombre del supermercado que se quiera) que sólo nos quita el dinero para darnos unos productos que cada vez tienen menos calidad.

En fin, que por todos los lados oímos hablar de crisis, cambio climático y demás, pero siempre como problemas tan complicados que en nada podemos influir. Esto no es así. Modificando un poco nuestro manera de consumir alimentos podemos ayudar a mejorar algo las cosas. En todas las ciudades hay proyectos. Jardines ecológicos, lecherías al por mayor, mercadillos, tiendas de barrio, etc. El que busca algo encuentra, y no estaría de más dejarnos de tanto “desarrollo” y volver un poco a los orígenes, que tampoco se estaba tan mal digo yo.