lunes, 29 de junio de 2009

En la oficina de inmigración


Hoy, tras unas no muy largas pero merecidas vacaciones, volvemos aquí a relataros nuestros últimos avatares, tanto libaneses como sirios. En los próximos días os iremos contando nuestras impresiones acerca de llamado “País de los Cedros” –de los cuales ya solo quedan unos cuantos en el norte-, pero hoy no queremos desperdiciar la ocasión de narraros cómo funciona la Oficina de Inmigración, la cual hemos tenido que visitar esta misma mañana por un problemilla con los visados.

Este edificio gubernamental es lo más parecido a la Casa de los Locos de “Las 12 pruebas de Asterix”. Sin orden ni concierto, llegas a una ventanilla en la que expones lo que quieres y en la cual te entregan un impreso y te mandan a comprar sellos a un señor que hay en la calle.

Tras eso, oficina del primer piso. Vas al hombre del ordenador, que toma datos y te pasa a otro que hay al lado. Este te pregunta y te manda al general que hay en otra oficina y que te pone un sello y te manda al hombre del ordenador. Este te vuelve a poner otro sello, te pasa con el siguiente, que te firma y te escribe algo que no se entiende, y que te vuelve a mandar al general. Ya por fin, este vuelve a firmar, te pone otro sello y te dice: “vuelve en dos meses”. Nos han gastado ya cuatro páginas del pasaporte en cinco meses!

Pues bien, este tedioso y laberíntico proceso toma su tiempo, pero suele acabar siempre bien. El problema es que hoy hemos ido a esta oficina para otra cuestión, no para renovar el sello que renovamos cada dos meses (y que implica todo esto), pero como no nos han entendido y solo nos decían “si, si, para seis meses, pero vuelve dentro de dos”, pues que hemos gastado media mañana allí para nada. Es lo que tiene la burocracia caótica.

Este proceso se repite cada dos meses, y no hay extranjero que se lo salte, contando que la oficina está también llena de sirios para sus papeles y demás. Pero bueno, tiene su gracia. De camino a casa hemos visto cómo un poli detenía de muy malas maneras a un chaval que vendía globos, eso sí que no ha tenido gracia. Aquí hay niños trabajando. No muchos, pero si unos cuantos. La mayoría de ellos lo hacen por pura necesidad (muerte del padre, madre con otros ocho chavales que cuidar y demás), pero bueno, eso para otro día. Un saludo!

martes, 16 de junio de 2009

10 curiosas diferencias












1Los sofás. En la mayoría de las casas no hay. Unas cuantas tienen, pero nada que ver con España. Se lleva más lo de poner una especie de “sofás para el suelo”, que son algo así como colchones con respaldo en los que te sientas con las piernas cruzadas. Tienen muchos cojines y son muy grandes (cubren tres de las cuatro paredes del salón). Eso sí, el echar una siesta en el sofá después de comer, aquí no lo conocen. A ver si lo exportamos!

2- Las cucarachas. ¡Son gigantes! Si juntamos una patria con una de aquí, la nuestra no tiene nada que hacer. Son muy grandes, rápidas, aguantan vivas aunque las pises y las tires a la taza de váter y algunas tienen unas antenas más largas que mi dedo índice. Sobrenaturales, oiga.

3- Los baños. Dan para un capítulo aparte. La mayoría de las casas no tienen taza, sino letrina. En vez de papel de váter hay una manguera con la que te limpias después de hacer lo tuyo y que a la vez sirve para empujar el plastón al fondo. Y si se da el caso de que encuentras una taza, el papel higiénico no se tira a la taza, sino a una papelera que siempre hay al lado (y que generalmente está a rebosar). Por lo visto, el sistema de cañerías es bastante débil, y si la gente tirara el papel pues se atascaría cada dos por tres.

4- Se come con las manos. Hay cubiertos, y si quieres puedes usarlos, pero la gran mayoría de la gente de aquí no lo hace, así que ya estamos más que acostumbrados. Se come con pan, ¡con mucho pan! Son como el de pita en España de los kebabs pero mucho más grandes y finos. Coges un cacho en la mano, y con él envuelves todo aquello que quieras comer, desde el arroz a unas habas, la ensalada, una crema o el pescado. ¡Al final te lavas las manos y listo!

5- El tabaco. ¡Aquí se fuma hasta en una sala de operaciones!. No es que en España nos quedemos a la zaga en eso del fumeteo, pero aquí es algo exagerado. En coches, autobuses, edificios públicos y privados y hasta mientras te preparan un bocata. Aquí un hombre me ha llegado a enseñar todo orgulloso como su hijo de seis años fumaba una narguila. Una vez nos dijeron que el 90% de los hombres de aquí fumaban. Creo que exageraban, pero no mucho.

6- Los ascensores. No se si es que no hay, que me imagino que sí, pero en casi cinco meses que llevamos aquí no nos hemos montado ni en un solo ascensor. Una vez vimos uno, pero era solo para trabajadores del edificio. La cosa es que hemos estado en casas viejas y nuevas, y en ninguna de ellas lo hemos visto. ¿Será para quemar toda la nicotina subiendo escalones?

7- La decoración de tiendas y coches. Es algo increíble!! Les encantan las lucecitas de colores, las flores de plástico, los corazones de peluche y las musiquitas. Cuando una furgoneta echa marcha atrás y empieza a sonar La Lambada alucinas. Algunos coches tienen hasta sonidos de sirenas y demás como pito, ¡algunos hasta consigue que les hagan paso! Lo de las luces es por demás. La primera impresión que tienes al ver la ciudad es que toda ella es un puticlub, porque está llena de neones verdes, rojos y azules de esos que pueblan las carreteras de la Meseta castellana (y no tan meseta). Así como la amabilidad y la solidaridad son dos de sus puntos fuertes, el del buen gusto es uno de los muy débiles.

8- Después de hacer el amor, a la ducha. ¡¡Es algo impepinable!! Según nos han dicho, sino lo haces, estas en algo así como en pecado. Además, es que si no te duchas te entra sueño, estás más débil y no se qué más. ¿Y si lo vas a hacer más de una vez? Pues al final, pero claro, ¿Pero, cómo sabes que lo vas ha hacer más de una? Según nos dijeron, ¡¡eso se sabe y punto!! Por descartado, si la mujer tiene la regla, ni acercarse (lo dicen los médicos y estudiosos, no cualquiera).

9- Las botellas de Coca-Cola son de 2,25 litros, y las de Sprite, Coca-Cola y demás que en España son de un litro aquí son de 1,25. ¿Por qué? Ni puta idea.

10- Los services. Son los autobuses de línea de aquí, como furgonetas grandes (y la mayoría bien destartaladas) en las que caben unas trece personas. Para subir solo hay que levantar la mano por donde pase la que tu quieres (no hay paradas fijas) y para bajar, pues se le echa un chillo al conductor donde uno quiere (con lo cual a veces en una calle paran hasta tres veces). Vales 9 liras, aunque solo existen monedas de 10. Los que se van montando en la parte de atrás le dan el dinero al de adelante y este al de adelante y así hasta que llega al conductor, y las vueltas vienen por el mismo camino. El peor asiento es el de detrás del conductor, tienes que estar pasando dinero todo el rato y abriendo y cerrando la puerta cada dos por tres. Otro mundo, aunque muy útil.

domingo, 14 de junio de 2009

Cinco años juntos y revueltos


El pasado jueves la Vica y el Isma celebraron con una suculenta cena su quinto aniversario. Más de 1.500 días han pasado ya desde que a éste que escribe le hicieran subir a Pamplona desde Madrid para ser mesa en las elecciones europeas y conociera a una golfilla universitaria en un bar de La Trave (cuyo nombre ninguno de los dos llega a recordar), dando así inicio a una de las historias de amor más conocidas del mundo entero...

Muchas cosas han pasado desde entonces. España ganó la Eurocopa, Urdaci bailó “I’m a Sex Bomb”, los bares cierran a las tres y habemus Papa nuevo. Mientras tanto, nosotros nos hinchábamos a coger autobuses y viajar los fines de semana para vernos, mientras que Telefónica hacía el agosto a nuestra cuenta.

Luego vino la mudanza a Zaragoza, el quedar entre semana, ir al cine y esas cosicas que hacen las parejas normales y que pocas veces habíamos tenido la ocasión de hacer. Tras esto, llegó la Expo y su juergaverano y sin darnos cuenta nos cogimos un avión hasta Damasco, ciudad en la que por primera vez hemos convivido en un mismo espacio. Eso sí, sin vivir solos todavía, y es que a nosotros nos gusta ir paso a paso, a paso, a paso…

Pues bien, desde aquí os queremos dar las gracias a todos por lo bien que nos habéis tratado a los dos durante estos cinco años. A nuestros respectivos padres y hermanos, por acoger al otro en su casa como si fuera la suya; a los amigos, que en uno u otro lugar nos habeis hecho sentirnos como uno más de la tierra; a Gumer, por brindarnos esos momentos perro tan divertidos; y a los compañeros de piso y de trabajo, que también han visto nuestras alegrías y penas previas y posteriores al fin de semana de encuentro.

Y por eso, la chiquita que ahora lleva la pluma, espera compartir otros cinco años más por lo menos con el navarrico, aunque como dicen que a los siete hay una crisis, no tentemos a la suerte… Salud!

P.D.: El año que viene Osasuna – Real Zaragoza. Se va a cagar la perra!!!!

jueves, 11 de junio de 2009

Un chiste damasquino

Saben de aquél que diu que estaban un grupo de sirios cabreados por unas caricaturas de Mahoma cuando sucedió lo siguiente. Este grupo, molesto y enfurecido por lo que ellos consideraban una afrenta a su religión y su profeta por parte de un periódico danés, decidió que no bastaba con mostrar su repulsa con una simple manifestación, así que decidieron acudir a la embajada danesa para darles su merecido.

Nadie sabía exactamente dónde se hallaba situada, hasta que un lumbreras que pasaba por allí les indicó el camino. El tumulto siguió a su mesías hasta un edificio de tres plantas localizado en un barrio de la capital siria.

Entonces, la gente se arremolinó entorno a la primera planta del edificio, momento en el que se rompieron ventanas, se arrojaron piedras y se destrozó parte de la oficina. Y en esas estaban cuando uno de los allí presentes se dio cuenta de que la planta que estaban martirizando no era la embajada danesa (nadie conocía con exactitud el color y la forma de su bandera), sino la de Bélgica o Noruega (aquel que nos cuenta los hechos no está muy seguro a este respecto).

La marabunta, en vez de amilanarse, se envalentonó, y atacó con energías renovadas la segunda planta del edificio, en la cual, esta vez sí, estaban seguros se encontraba la embajada escandinava.
Pues bien, ¿no es bien cierto que los humanos somos los únicos animales en tropezar dos veces con la misma piedra? Pues los sirios no son menos, y tras arrasar la segunda planta del edificio, otro de los asistentes a la fiesta vio que esa tampoco era la embajada que buscaban, sino una oficina normal y corriente.

El resto, os lo podéis imaginar. El método del descarte es muy bueno, así que ya solo quedaba por atacar la tercera planta, que en esta ocasión, si que se trataba de la perversa embajada danesa, a la que dieron similar escarmiento que a las anteriores.

En fin, que hay que ser burrico. Eso sí, según nos han contado, el gobierno sirio no se libró de tener que pagar por los destrozos infringidos por su gente, que Hacienda somos todos.

martes, 9 de junio de 2009

Fin de semana druso (Segunda parte)







Para desayunar una mata de garbanzos tiernos seguido de mermelada de uvas, leche fresca de la vaca del vecino, mantequilla y yogurth natural, aceitunas, patatas cocidas con especias, zatar con aceite de oliva y té. Todo ello para emprender un día que empezó con visitas varias y terminó con una gran boda.

Como los extranjeros del pueblo que éramos bien podíamos beneficiarnos de ello así que, antes de ir a Kafer, el pueblo de otro amigo en la misma región, visitamos una granja con camellos, vacas, gallinas y otros animales; y un par de casas donde nos dieron de comer y beber sin cesar y de las cuales nos tuvimos que ir por necesidad, ya que los anfitriones sólo querían invitarnos e invitarnos e invitarnos…

Llegamos a Kafer y tuvimos la suerte y la desgracia de ver un entierro, por lo que como buenos foráneos sacamos cámaras y a disparar sin parar para dejar constancia de la situación y de la vestimenta de la gente mayor drusa, la cual es totalmente diferente a la de la juventud (podeis apreciarlo en las fotos).

Por contraste entre los propios sirios, los jóvenes drusos visten de manera mucho más moderada a los musulmanes, sobre todo las mujeres que pueden ir con tirantes y algo de escote, cosa no bien vista entre mujeres musulmanes, además de que la gran mayoría de drusas trabaja fuera de casa. Sin embargo, al igual que sus paisanas musulmanas, son las que hacen todo en el hogar, por tradición y por obligación, y no tienen posibilidad de fumar ni beber alcohol, cosa que los hombres tienen requetepermitidisimo.

Tras este intenso espectáculo, nos subieron en coche hasta la cima del monte principal de la región, ya que esta zona era más montañosa y con más árboles, y desde donde pudimos ver la puesta de sol y todo el valle iluminado, además de que fue el lugar donde nos iniciamos en el baile típico de Oriente medio, el DABKI. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya tocaba bajar al pueblo, así que unos amigos de nuestros amigos nos llevaron a su casa, nos invitaron a cenar y a tomar algo y nos llevaron a la boda de otro amigo.

La boda, sin duda, fue el momento estelar del viaje, puesto que, además de que me tocó bailar el dabki delante de todo el pueblo, nos convertimos en las “super estrellas” de la noche. El padre del novio nos regaló chocolate y nos agradeció mil y una veces el haber ido a la boda, todo el mundo nos miraba (y no era porque no fueramos arreglados y con mochilas, que también), de forma que al final los novios pidieron hacerse una foto con nosotros para su álbum, momento en el cual nos vimos rodeados por casi cien personas que nos miraban (muy de cerca) cómo las hermanas del novio y los padres agradecían nuestra presencia allí.

Sin duda, algo que hay que vivirlo para entenderlo. Porque yo, sinceramente, no me imagino que en España alguien aparezca sin previa invitación en el día de tu boda. ¿Qué cara se te quedaría?

Un fin de semana druso (Primera parte)





Cogimos la mochila como Labordeta y nos encaminamos a la estación de autobús en Germana (un barrio damasquino) con nuestro amigo druso “Omran”. Los drusos son aquellos que profesan una religión más de las que existen en este mundo. Sus principios son buenos, como los de la gran mayoría de religiones, y así nos lo demostraron.

Pese a que la gran mayoría habita en Oriente Medio, los hay repartidos por el mundo, y su religión podríamos definirla como una sinfonía de cristianismo, islamismo y judaísmo, que no llegaría a sonar bien hasta que no se comprendiera como única y diferente.
La cuestión es que este amigo hizo honor a lo que es ser sirio, lo cual para mí significa amabilidad y generosidad desinteresada y, tras unos cuantos cambios de autobús, llegamos a Sajba, donde turisteamos por unas ruinas romanas; paramos en Suida (la principal ciudad de la región); y llegamos a Kraía, donde vive la familia de “Omran”.

El paisaje, similar a la meseta castellana pero con cierto aire mediterráneo, nos regaló un viento que nos devolvió la fe en que hay vida más allá del desierto. Así que con esas llegamos a la casa, dejamos nuestros zapatos en la entrada y nos sentamos en el suelo del salón sobre unos cojines para comer. Pollo con arroz, hojas de parra, patatas guisadas con yogurth y ensalada, fueron algunas de las delicias que durante todo el fin de semana su madre preparó para nosotros.

Tras un tiempo de descanso (había que reposar todo aquello), nos fuimos a jugar a baloncesto y, como en los tiempos escolares, nos metimos en un colegio del cual nos echaron y cambiamos a otro del cual, tras saltar la valla delante de la policía y jugar un buen rato (servidora venció en una ocasión al colega sirio y aquí que te gane una chica es algo sobrehumano…) también nos echaron. Así que amablemente, y esta vez por la puerta, abandonamos la pista mientras en “echador” nos agradecía que lo hiciéramos. Aunque yo creo que, un ratito más allí y el hombre nos saca una coca cola.

Paseamos un buen rato por el pueblo, entramos en una “iglesia” drusa, donde la gente se divertía charlando, jugando y comiendo; y después fuimos a ver la tumba del Sultán Basha Al Atrash, líder y libertador sirio, que allá por los años veinte echó franchutes a patadas y al cual en toda la región y parte de Siria veneran con mucho amor. Así que mejor ser español que francés en estas situaciones, porque aparte de que estos últimos nos tiran las fresas, aquí aprecian más a los españoles gracias al Barcelona y a lo que poco que pintamos en el mundo.

Volvimos a casa cansados y nos sentamos en el tejado a fumar una narguila y comer frutos secos mientras veíamos todo el valle. Bosra –pegada a la frontera jordana y famosa por tener el teatro romano mejor conservado del mundo-, de fondo, lo iluminaba todo.

Respecto a la cena, ¿por qué no cenar a la una de la mañana? Dicen que se aprende más cuando uno se acostumbra a los horarios locales. Exquisito.

jueves, 4 de junio de 2009

De bares por Damasco




Retomando el tema del ocio, debéis saber que aquí el deporte nacional es ir a los restaurantes. Es en estos lugares donde los sirios pasan una gran parte de su tiempo de asueto. El concepto restaurante aquí es diferente al nuestro, ya que en estos locales no solo se va a comer (que por supuesto se hace), sino simplemente a tomar un zumo o un agua, jugar una partida al backgamon y, por supuesto, fumar una narguila.

Los hay elegantes, cutres, solo para hombres o mixtos, caros, baratos, sucios, limpios, grandes o pequeños, decorados o no; en resumen, los hay de todo tipo. No son lugares donde se ligue ni nada parecido (eso aquí sucede en las calles, otro día os lo cuento), pero si donde alguien de aquí pasa muchas horas de su vida y donde tiene lugar una gran parte del proceso comunicativo de sus vidas (por supuesto, el que puede hacerlo, porque una gran parte de las mujeres sirias no han pisado uno, ni pisarán, en toda su vida).

Pero existe otra pequeña y oscura parte en esta simpar ciudad!! ¿Queréis saber cual es pequeños drugos? Pues bien, ni más ni menos que…la de los bares!!! Si, si, oís bien, hablo de bares, esos mágicos lugares donde le das dinero a un duendecillo que vive tras una barra y el a cambio te obsequia con uno de los licores que lucen tras él, generalmente en una estantería de madera con fotos de un extraño brebaje llamado Guiness y demás.

Pues bien, llevamos contabilizados cuatro en toda la ciudad. Puede pareceros una cantidad irrisoria, pero teniendo en cuenta que pensábamos no encontrar ninguno, os prometo que estamos más que satisfechos.

El primero en ser hallado fue Jackson Bar, un espacio muy europeo sito en los bajos de un hotel cinco estrellas al cual solo se puede acceder dos días a la semana: la noche de los poetas (lunes) y el jueves noche. Precios asequibles, decorado con gusto, con buen ambiente y poblado por gente del lugar, un buen sitio, sin lugar a dudas.

El siguiente fue el Bunker, el bar de la embajada británica. Este (es muy raro) está en la planta baja de un edificio de pisos normal y corriente. Es más un club que un bar, pero desde luego, no le falta barra ni ninguno de los licores que puedas encontrar en la isla de la reina Isabel. Hay un billar, sofás, una pantalla gigante para el futbol y, como nota curiosa, creo que es el único espacio en toda Siria en el que no se puede fumar! Si es que los ingleses son muy suyos…

En tercer lugar está Abu George. Este bar, situado en pleno centro de la ciudad antigua, fue un descubrimiento tardío. Es un local diminuto (no exagero, no caben más 20 personas), regentado por un anciano de poblado bigote negro y frecuentado sobre todo por extranjeros. No está nada mal, pero la putada es que la primera (y única por el momento) vez que estuvimos, tras pimplarnos unas 25 baradas entre nosotros y Jose y Cristina (os recuerdo que son de medio litro), le montamos un pequeño pollo al camarero pensando que nos estaba timando con la cuenta. En fin, que la cagamos con todas las de la ley (luego pudimos comprobar que no nos engañaban), y estamos dejando que pase un tiempo prudencial antes de volver para que no se acuerde de nuestras caras y no pasar mucha vergüenza (porque algo pasaremos, seguro).

Nuestro último hallazgo se encuentra a unos 100 metros de Abu George. Este ni tiene nombre ni nada. Es un pequeño bar que de buenas a primeras parece que solo sirve bocadillos y demás. Lo bueno es que utiliza toda la plaza que hay en su puerta para montarse una terraza cojonuda en cuanto cierran los negocios de la zona. Además, tiene cerveza, y más barata que en cualquier lugar! Se cena bien y se está mejor. La única nota negativa es que el día que lo encontramos caímos enfermos por la noche, sería de la emoción de haber encontrado un honroso sustituto para nuestra querida “Urbana” de Zaragoza.

En fin, que con el tiempo esperamos ir encontrando más garitos y bares en los que poder pasar el tiempo, pero que por ahora ya tenemos las espaldas cubiertas. Ah! tambien hay discotecas. Sin más, la próxima va a la salud del que haya llegado hasta aquí! Adiós!

martes, 2 de junio de 2009

Brindo por Siria




Desde el mismo momento en el que, a los tres días de llegar a esta milenaria capital, vimos una licorería en los que las más selectas bebidas espirituosas estaban al alcance del bebedor, nos dimos cuenta de que nuestros temores de abstinencia cervecil y demás licores eran completamente infundados.

Pese a que alrededor del 80 por ciento de la población siria es musulmana, podemos afirmar sin equivocarnos que el consumo de alcohol está más que extendido y aceptado por la sociedad local. Ya en la primera fiesta a la que acudimos, sorprendidos quedamos por las soberanas cogorzas que llevaban numerosos sirios, iraquíes, palestinos y demás gentes del Oriente Medio.

Con esto no queremos decir que aquí todo el mundo beba, ni mucho menos. Pero sí que esa concepción que tenemos de que el alcohol es algo totalmente ajeno a esta cultura es algo erróneo.
Al igual que la hipocresía galopante practicada por una gran parte de los católicos respecto a los mandamientos del Señor (véase el no embriagarse, no robar, no engañar y demás principios que en la vida diaria multitud de los asistentes a las misas dominicales se pasan por el forro), muchos de los musulmanes relajan sus prácticas religiosas en determinados ámbitos, entre los cuales el consumo de alcohol se lleva la palma.

Desde la cerveza nacional (Barada), a las de importación (Efes turca, Estela egipcia, Budweiser checa, Almaza libanesa e incluso Foster’s austrialina) o a la bebida nacional, el arak, todo tipo de bebidas están a la venta.

Mención especial merece ésta última, sorprendentemente parecida al Pastís francés. Líquido blanco anisado de 50 grados que debe ser escanciado en dosis no muy grandes y mezclado con agua, al contacto de la misma pasa a convertirse en una pócima lechosa pero de sabor agradable. Sirios y foráneos lo deleitan en numerosas ocasiones, y en caso de falta de vajilla, hasta un plato puede servir de recipiente para disfrutar de su refrescante sabor.

En fin, que aquí (y en Líbano, en Turquía,….) se puede disfrutar de una buena copa en casi cualquier momento y sin peligro alguno (aunque también es cierto que en muchos restaurantes no las hay, y en otras si pero no viene en la carta).

El problema, el precio. Es un producto caro en comparación con el resto de las cosas, y hay sitios en los que incluso es más caro que en España. Una lata de medio litro vale como una litrona en nuestros supers, pero bueno, siempre cae alguna a lo largo de la semana. Resumiendo, que esto no es el casco viejo de nuestras ciudades pero tampoco un centro de rehabilitación. Y como decía Calamaro: “ Desde un rincón del mundo…. Brindo contigoooo….¡Salud!!”

En la próxima os contamos una de bares.