lunes, 31 de agosto de 2009

De tés por los puteches

Este sábado fue un día peculiar. Tras la desesperación sufrida el día anterior ante la total inexistencia de bebida alcohólica alguna –se ve que durante todo el mes de Ramadán no hay- en toda la ciudad, afrontamos el nuevo día sin mayor aspiración que la de estudiar y pasar un buen rato a la noche.

Pues bien, a la hora en que se rompe el ayuno, nos fuimos andando por las desérticas calles de esta ciudad hasta el centro, mientras los ruidos de platos y vasos que salían por las ventanas amenizaban nuestro paseo.

Una vez allí, cenamos en el local por excelencia de la zona –humus, habas, patatas y falafel-. y como en otras ocasiones, mientras yo pagaba, uno de los camareros se acercaba a Vika para tímidamente susurrarle: “You are very beautiful” al tiempo que asomaba una sonrisilla en su rostro, episodio que se repite con bastante frecuencia por estos lares. Es lo que tiene ir con una chica bonita…

Pues bien, tras comernos un dulce y otro pequeño paseo, nos dirigimos a un bar en los que habíamos estado la noche anterior preguntando si servían cerveza. Nos habían dicho que no, pero una chica que estaba allí nos dijo que pasáramos al día siguiente, lo cual, incautos e ilusos de nosotros, interpretamos como que a lo mejor había pan liquido para ese día.

La realidad fue bien distinta. No había cerveza, con lo cual pedimos té. Queríamos sentarnos fuera, pero nos indujeron a hacerlo dentro. Y una vez instalados, con nuestros tés en la mesa y una pipa de agua a mi vera, empezamos a darnos cuenta de que ese bar tenía algo… “especial”.

Ventanas tapiadas con ladrillos, un tío en traje berreando con un micrófono, doble puerta insonorizante, una barra sin alcohol, y lo más extraño de todo, varias mujeres solas sentadas por grupos en dos o tres mesas y sin hombres, lo cual os puedo asegurar que en estos países es algo que nunca se ve.

A partir de ahí, nuestra imaginación echó a volar, y poco a poco, fuimos confirmando sospechas. ¡¡Estábamos en un puteche!! Teníamos al dueño gordo cabrón que nos había liado, al camarero amigo de las chicas, a otro gordo rapao que tenía pinta de ser el que repartía leches si alguno se ponía tontorrón y por supuesto, más y más chicas que iban entrando en el bar y se metían entre unas cortinas para luego salir cambiadas y maquilladas. En fin, una historia.

La cosa es que allí estuvimos nuestro rato largo mientras yo fumaba la pipa y tomábamos los tés (que por cierto, estaban deliciosos) mientras intuíamos que la gracia nos iba a salir por un ojo de la cara. Pasado un rato, empezó a llegar clientela con sus consecuentes devaneos (tampoco penséis que muy tarde, eran las diez de la noche o así), momento en el que ya decidimos retirarnos.

Como no, nos la metieron doblada, y tuvimos que pagar la nada despreciable suma de 15 euros –por algo que en cualquier otro sitio, y tirando por lo alto, nos hubiera salido por 8-. Pero bueno, lo que no mata engorda, una experiencia más, aunque descartamos volver por el momento. Como le dije a mi madre, toda la vida viviendo encima de un puticlub y luego no se reconocerlos…

La cosa es que a Vika le debió dejar un poco tocada, porque nada más llegar a casa empezaron a ocurrirle cosas, como pillarse el dedo con la ventana o dar vueltas con su vestido nuevo y marearse hasta vomitar. Cosas de la chica… Por cierto, nos acaban de llamar y comunicar que tenemos trabajo para un mes mas como profesores, asi que por aqui curreleando otro mes. Ya os contaremos que tal.

jueves, 27 de agosto de 2009

En búsqueda de la purificación











Como bien sabéis todos, el sábado pasado dio inicio en el mundo musulmán el mes de Ramadán, mes de ayuno y privaciones que dura 30 días naturales. Este mes comienza cuando la luna hace algo que la verdad es que no nos llegamos a enterar muy bien y que marca el inicio de este periodo.

La cosa es que ni siquiera entre los países musulmanes se ponían de acuerdo si empezaba el viernes o el sábado (y eso que cada uno tenía a su gente mirando al cielo para avisar del exacto momento en el que la luna hiciera lo que tenía que hacer), pero hasta en esto tira la política y sus peloteras relaciones, y los amigos de Arabia Saudí lo empezaron cuando éste lo indicó y el resto, pues el otro día.

Pues bien, en Jordania empezó éste sábado con el canto del almuédano que lo anunciaba. A partir de ese momento, todos los musulmanes practicantes tienen prohibido, desde que amanece (y celebran la primera oración del día) hasta que atardece (y celebran la cuarta), comer, beber, fumar y practicar sexo.

Sin duda alguna, lo más duro de todo es lo de no beber –bueno, y para los fumadores el no fumar-. Lo de no comer no se lleva tan mal, porque aunque pasen un poco de hambre, a la noche se pegan unos atracones de miedo. Pero lo de no beber, con el calor que hace y lo secas que son estas tierras, de verdad que es muy muy duro.

Hay casos en los que la gente está exenta de hacerlo (mujeres embarazadas, niños pequeños, enfermos y demás), y hay otros que, si bien se les permite no hacerlo ahora, luego tienen que recuperarlo y hacerlo durante otro mes, como las mujeres lactantes y demás, cosas de la religión.

Cuando llaman a la oración de la tarde (la cuarta), las calles están completamente desiertas. Todo el mundo está en sus casas o en las mezquitas (algunos a restaurantes, pero son los menos), y en cuanto termina la oración, sin decir ni mú, empiezan a comer y beber como posesos, tras lo cual viene el cigarrillo de rigor, y quien sabe lo que hay después con la parienta….

Por la mañana, antes de que amanezca, mucha gente también se levanta y desayuna, dulces sobre todo, y se vuelven a acostar. La mayoría de la gente que trabaja lo hace solo por la mañana (los bancos, negocios y demás tienen horarios especiales de Ramadán, como en sanfermines), e incluso hay muchos que se toman el mes de fiesta (como los puticlubs, los bares y demás, están todo el mes cerrados!!)

Como os podéis imaginar, si la ciudad era bastante aburrida de por sí, ahora es un auténtico coñazo. La gente, a partir de mediodía se refugia en casa como si les fuera la vida en ello, y luego, a los pocos que se ve, parecen almas en pena.

El otro día fuimos a Downtown, la parte vieja de la ciudad, a la hora de romper el ayuno. Todo cerrado, vacío, poca gente (y los que había estaban derrotados). Entramos en un restaurante muy famoso de falafel, humus y demás que hay por ahí, y en cuanto terminó la oración, todos se lanzaron a comer y beber sin decir ni palabra. Solo se veía gente llevando el pan al plato y dando largos tragos de agua a las botellas de litro y medio que se habían agenciado.

No se, pensábamos que iba a ser mucho más festivo (o por lo menos eso nos habían dicho de Damasco), con restaurantes alborotados, la gente en la calle y demás, pero de eso, ni sombra (quizás cambie entre los países, todo puede ser). La cosa es que, aparte de poner una media luna de colores en sus casas, poco más de tono festivo hemos visto.

Los no musulmanes podemos beber y comer, pero solo en casa o sitios que no te vean. No es que esté prohibido, aunque si lo haces es casi seguro que alguien te va a llamar la atención, aparte de que por respeto no se hace y punto. Si trabajas con ellos en una oficina, estas jodido…

Todo esto viene porque Mahoma ayunaba en el monte un mes al año, y fue en uno de esos meses cuando Alá empezó a revelarle el Corán. Además, también se supone que sirve para purificar el cuerpo y el alma (aunque yo creo que se purifican poco con los atracones que se pegan luego) y para llegar a sentirse e identificarse con los más pobres de este mundo (que no tienen para comer y demás).

En fin, que por aquí todavía nos quedan 25 días de ayuno y oración, esperamos pasarlos bien. Cuando acaba el Ramadán se celebra una de las mayores fiestas del calendario musulmán, la de Aid al-Firt, que es cuando sacrifican un cordero, ya os contaremos como sabe….mmm….cordero…mmm…asado…

domingo, 23 de agosto de 2009

Hama, la ciudad de las norias




Aunque lejana ya en el tiempo no podía dejar de comentar esta visita que expongo a continuación, la visita que hice a Hama, una ciudad siria famosa por sus norias e importante para mí. El verano pasado, debido a mi trabajo, tuve contacto con un grupo de artesanos sirios que llegados a Zaragoza desde Hama, llevaron a cabo junto a un ingeniero y a dos artistas franceses la construcción de una noria hidráulica en el Parque del Agua de la capital aragonesa, muy “cerquica” del Ebro.

Pues bien, cuando empezaron las obras en Zaragoza, este grupo de sirios tuvo que invertir los primeros días de trabajo en un cursillo de prevención de riesgos laborales, puesto que estos artesanos, que se han dedicado toda su vida a construir norias, trabajan sin ninguna de las protecciones tan importantes y obligatorias en España. Y es que los sirios son más “de andar por casa” y no usan nada de esto, trabajan sin arneses en alturas tremendas y con sandalias en lugar de botas mientras transportan y colocan bigas de madera de unos 11 metros.

El trabajo en la noria de Zaragoza terminó exitosamente y se ha convertido en una de las intervenciones artísticas que la Exposición internacional de Zaragoza 2008 ha dejado para los ciudadanos. Para mí tiene aún más significado, me recuerda aquellos días en que acudía con algún medio de comunicación a las obras para entrevistar a este grupo de artesanos, que sin haber salido nunca de su tierra, viajaron a España para dejarnos parte de su cultura. Siempre dispuestos a lo que les pedíamos y agradecidos pese a que interrumpíamos su trabajo constantemente.
Por esa misma razón la visita a Hama fue muy calurosa, tanto por el sol abrasador como por la gente que encontramos por el camino, pues nos acogieron tan bien como lo hacían ellos cuando les visitábamos. Pude ver norias en el río de todos los tamaños, a niños bañándose en las presas y a alguno que otro escalando una noria de 12 metros con sus propias manos. Me imagino que este último será quién continúe con esta obra hidráulica tan útil pero lejana ya de su tiempo.

martes, 18 de agosto de 2009

Por donde Cristo perdió el pecado







El pasado fin de semana, y gracias a uno de los alumnos de Victoria, conocimos dos de los sitios más emblemáticos para los católicos que viajan hasta estas tierras en busca de paz espiritual (porque si buscan fiesta, poca van a encontrar…).

Jaldún –palestino de buena planta, encaminado hacia la calvicie y de gran corazón-, nos condujo en primer lugar hasta el sitio donde, tras años de disquisiciones, se ha establecido que Jesucristo fue bautizado por Juan Bautista (su nombre lo dice todo acerca de su profesión). El sitio en sí no es nada del otro mundo, y si no fuera por éste aliciente histórico, sería más bien un lugar a evitar.

Tras kilómetros de planicie desangelada (algo inevitable en este país, cuya superficie es en un 90% desierto puro y duro), llegas a un parking en el que nada más salir del coche sientes como si el cielo te cayera encima (la temida amenaza de los galos Asterianos). Este lugar se encuentra 300 metros por debajo del nivel del mar, y la verdad que eso se nota. El calor es húmedo, pegajoso, pesado, y desde el primer momento te sientes como plomizo y fatigado.

Tras pagar religiosamente (de esto sí que saben bien en estos lugares, vayas donde vayas nunca cambia), te montan en un ¿autobús? que va hasta un lugar próximo al del bautismo. Allí caminas 300 metros hasta llegar al río Jordán –cuyas aguas marcan la frontera entre Jordania y la sufrida Palestina- , caminas y llegas a una poza de agua sucia (no bromeo, era como un charco viejo) en la que te dicen que fue bautizado Jesús y perdió el pecado original (que de ese no se libra ni el hijo de Dios!). No tengo ningún motivo para dudar de que así fuera, pero desde luego, es una visión que solo puede conmover a un verdadero creyente.

Tras una vuelta corta, calurosa y nada emotiva, volvimos al lugar de origen (el parking), donde las tiendas de recuerdos varias te ofrecen agüita rica del río Jordán al módico precio de siete euros por unos cinco mililitritos. Será porque el país sufre sequía y el agua se paga cara!

Después nos encaminamos hacia el Mar Muerto, pero en vez de ir en busca de sus saladas aguas, cogimos un desvío y nos encaminamos al Monte Nebo, lugar en el que dicen que Moisés avistó la tierra prometida para el pueblo de Israel y en la que al pobre le fue vetada la entrada por haber desconfiado (o desobedecido, o mentido, la verdad que no me acuerdo)a Yavéh (siempre tan amable y considerado, después de 40 años andando, pobrecito…)

La cosa es que atravesamos una serie de montañitas desérticas por una carretera que ni buena ni mala, pero siempre en cuesta, hasta llegar a la cima del lugar. La iglesia estaba cerrada, pero la verdad es que las vistas merecían la pena. Eso sí, desierto puro y duro (desde luego, para ser la tierra prometida prefiero las vistas desde el Perdón de Pamplona y mi pueblo por el otro lado), pero todos sabemos para lo que han dado y dan esos lugares (sobre todo para joder a pobre gente, para eso no tienen precio)

Pues bien, tras ver atardecer, al pueblito de Madaba, donde cayó una buena cerveza con narguilla, y de ahí a Ammán, que ya se había hecho tarde. Desde luego, no vimos nada del otro mundo, pero fue una tarde agradable y entretenida, aunque dudo que volvamos por allá…

lunes, 10 de agosto de 2009

Desde luego, ésto no es Ibiza...




En palabras de un “ammanita”, las opciones de ocio que ofrece la ciudad para el fin de semana son tres: los restaurantes, las cafeterías y los centros comerciales. Y no erró. Ammán es una ciudad incómoda. Al estar construida sobre montes, todo son subidas y bajadas, y exceptuando Downtown -un área un poco conservadora que se encuentra como en la base-, el resto de la ciudad se encuentra como desconectada.

El coche es fundamental para moverse por ella, y dar un paseo largo no es que sea un plan muy apetecible. La carretera prima sobre todo, y luego el resto son casas, pero con poca actividad callejera. Tiendas, restaurantes y demás, excepto en zonas muy determinadas, se encuentran diseminados por las diferentes calles, y no hay un barrio o zona donde a uno se le ocurra ir a pasar un par de horas (exagero un poco, pero es que estoy desilusionado).

Y aquí es donde este chaval acertó. O te metes a un restaurante a comer, o a una cafetería. En ambas la gente simula a los dragones en lo que a echar humo por la boca se refiere, mientras ven algún partido de fútbol una pantalla (da igual cuál sea mientras sea fútbol). Una gran parte de los mismos, sobre todo los antiguos en los que hay alcohol, son exclusivos de hombres, pero también se encuentran unos cuantos en los que ambos sexos comparten espacio sin problemas.

La comida es buena y aunque los precios son más caros que Damasco siguen siendo asequibles, pero se echa de menos el ambientillo damasquino, que aunque no sé muy bien que es, doy fe de que existe.

El tercer punto de encuentro son los centros comerciales. Hay unos cuantos por la ciudad, modernos, limpios y equipados con todo lo que a un centro comercial se le supone. Tiendas de ropa, restaurantes de comida rápida -incluyendo McDonals o Burguer King, que la única diferencia que tienen es que no sirven cerdo-, atracciones para los niños y escaleras mecánicas.

Este fin de semana estuvimos en uno de ellos para asistir a la fiesta de cumpleaños de un chaval, y la verdad que el centro no tiene nada que envidiar a un europeo (es más, a mi me pareció bastante más moderno que la mayoría de los que he visto en España). No soy muy amigo de estos sitios, más bien los aborrezco bastante, lo cual no es óbice para que me lleguen a sorprender.

Modernidad y moda se mezclan con conservadurismo y tradición en el mismo espacio. Escaparates con minifaldas y picardías son observados por mujeres cubiertas de los pies a la cabeza, incluyendo a algunas con guantes y gafas y sol, y bares modernísimos en los que la gente degusta una pipa de agua son algunos de los que más me chocaron. Ver el emblema de Burguer King en una tierra en la que el 55% por ciento de la población es palestina me sorprende, y creo que esto no es nada en comparación con los países del Golfo, donde el contraste debe ser aún mayor.

En fin, que Ammán no es precisamente el lugar más animado del mundo –por lo menos a mi gusto-, pero por el momento es lo que hay, así que intentamos aprovecharlo lo mejor que podemos. Por de pronto, el otro día compramos una botella de vino, a ver cuándo le damos un tiento!!

miércoles, 5 de agosto de 2009

Esto es un homenaje a mi pueblo.




Esto es un homenaje a mi pueblo. Arauzo de Salce es un pueblo situado al sur de Burgos, cerca de Aranda de Duero y Santo Domingo de Silos (para que lo podáis situar). En muchos mapas no aparece, pero cuando en otros lo veo escrito me hace mucha ilusión y me pongo muy contenta.

Es el pueblo de mi padre, aunque tras 25 años de vida sin dejar de pisar estas tierras, lo considero mi pueblo y así lo digo cuando me preguntan, por muy aragonesa que sea. Es muy pequeño. No lo es por su tamaño (aunque se recorre rápido) pero sí por su población, tanto que en la actualidad habrá unos 70 habitantes, la mayoría de los cuales son mayores.

No tenemos tiendas porque los dueños de los dos bares que había con sus correspondientes despachos de productos y que yo conocí, se jubilaron. Ya les tocaba tras toda una vida trabajando. Nuestros lecheros vendieron las vacas ya hace unos cuantos años y dejé de ir a los corrales para ver a los terneros recién nacidos o para recoger leche fresca. ¡Cómo gustaban en mi casa los calostros!

Los pastores dejaron de acercar sus rebaños de ovejas al pilón de la plaza para que bebieran agua, con lo cual también desapareció su rastro por las calles (en forma de bolitas). Aunque todavía podemos presumir de tener algún pastor entre nuestros vecinos.

Sin embargo, los agricultores todavía trabajan sus tierras, pues también los hay jóvenes. Y también tenemos paisanos que cuidan de sus animales. Y es que por mucho que avance la sociedad (para bien y para mal) y se lleve por delante muchas de estas cosas, ya sea porque desaparecen o porque no hay quién las continúe, para mí el recuerdo de mi pueblo seguirá siendo ir al huerto, comprobar que las gallinas no se pueden escapar, entrar a coger un tomate, lavarlo con la manguera y comérmelo. ¡Qué tomates! ¡Qué pepinos! ¡ Y qué pollos guisados hacía mi abuela!

Ahora, desde la lejanía y desde la ventaja que me dan todos estos medios para expresar mi morriña en estas fechas, aprovecho para decir que aunque seamos un pueblo pequeñito y la gente se sorprenda porque nos tengan que traer el pan en una camioneta (¡y qué pan!) no cambiaría mi pueblo por ningún otro. Ni por tener un bar, ni por tener un campo de fútbol sin cardos, porque todas estas cosas junto con la gente que nos reunimos año tras año y la gente que ya no está, la historia de cada uno de ellos, son lo que hace que sea mi pueblo.

Chepaloooooo!!!!!

martes, 4 de agosto de 2009

Valoraciones de una semana jordana











Tras más de una semana en la capital de éste desértico país, ya hemos empezado a apreciar las diferencias existentes entre Ammán y Damasco, sutiles en la mayor parte de las ocasiones, muy marcadas en otras.

Salta a primera vista que ésta es una ciudad mucho más moderna. Esto se aprecia a todos los niveles: coches, edificios, calles, limpieza, ropas y demás. No quiero decir con esto que la ciudad sea mejor, sino diferente. Aquí se echa de menos la vida callejera, el bullicio y alegría de los sirios, aunque el ambiente sea menos caótico y la polución mucho menor.

Ammán está construida sobre montañas, y por eso la ciudad es un poco jodida para pasear. Subes y bajas continuamente, hay escaleras –de unos 100 escalones, lo cual no es moco de pavo-, en todas partes, y la verdad que con el calor que hace te cuesta menos de cinco minutos el empezar a sudar. Además, esto es puro desierto, y la sensación se acentúa por el color de los edificios, donde predomina un aplastante tono marrón, seguido de un grisáceo que tampoco es que te levante el espíritu, aunque le da cierto encanto.

Eso sí, en cuanto se oculta el sol empiezan los fuegos artificiales. Si subes a uno de los puntos altos, puedes ver cómo lanzan los cohetes –nada complicados, de cuatro colorines y pocos más- en cuatro o cinco puntos diferentes de la ciudad al mismo tiempo, y luego más, y más, y más… Se lanzan para celebrar bodas, cumpleaños, graduaciones y que el jefe la ha pingao, con lo cual hay fuegos durante horas todos los días.

Todo es bastante más caro que en Damasco, incluido el alcohol, que roza lo prohibitivo. Tanto será que la Vica y yo llevamos más de una semana sin probar ni gota, y sin que nos salgan granos!! Se come bien, pero sin grandes diferencias respecto a lo que conocíamos y, eso sí, el agua es bastante mala, y a mí en concreto me reseca un montón! (lo q ue hay que inventarse para no lavar la ropa a mano , que no tenemos lavadora en el piso…)

Y ya que menciono nuestro nidito de amor, os comento que hemos llegado a la conclusión de que se encuentra situado en pleno epicentro de la zona de putas de la ciudad. Uno, que se ha criado con unos cuantos de éstos locales a su alrededor desde su más tierna infancia, los sabe reconocer, y os puedo asegurar que alrededor de nuestra calle (mejor dicho, en una paralela), hay como cuatro o cinco de estos garitos de mala vida. La verdad que no los echábamos de menos…

Y en el apartado de breves, pues contaros que dormimos fatal (no sabemos si por el calor o por la música de los puteches que está hasta las mil o por las dos), que la ciudad está llena de filipinas e indonesias –que al igual que en los países del Golfo se dedican a trabajar en las casas-, que los sirios les caen mal (¿qué país se lleva bien con su vecino?), que tienen mucho más estilo y gusto a la hora de vestir, y que el camión del gas avisa de su cercanía con una música bailarina de caja de muñecas que horroriza a cualquiera.

En fin, que las clases van para adelante y estamos bien. Preferimos Damasco, pero esto también nos gusta. Y con tiempo, pues a conocer más y más. ¿Qué será lo próximo?