jueves, 27 de agosto de 2009

En búsqueda de la purificación











Como bien sabéis todos, el sábado pasado dio inicio en el mundo musulmán el mes de Ramadán, mes de ayuno y privaciones que dura 30 días naturales. Este mes comienza cuando la luna hace algo que la verdad es que no nos llegamos a enterar muy bien y que marca el inicio de este periodo.

La cosa es que ni siquiera entre los países musulmanes se ponían de acuerdo si empezaba el viernes o el sábado (y eso que cada uno tenía a su gente mirando al cielo para avisar del exacto momento en el que la luna hiciera lo que tenía que hacer), pero hasta en esto tira la política y sus peloteras relaciones, y los amigos de Arabia Saudí lo empezaron cuando éste lo indicó y el resto, pues el otro día.

Pues bien, en Jordania empezó éste sábado con el canto del almuédano que lo anunciaba. A partir de ese momento, todos los musulmanes practicantes tienen prohibido, desde que amanece (y celebran la primera oración del día) hasta que atardece (y celebran la cuarta), comer, beber, fumar y practicar sexo.

Sin duda alguna, lo más duro de todo es lo de no beber –bueno, y para los fumadores el no fumar-. Lo de no comer no se lleva tan mal, porque aunque pasen un poco de hambre, a la noche se pegan unos atracones de miedo. Pero lo de no beber, con el calor que hace y lo secas que son estas tierras, de verdad que es muy muy duro.

Hay casos en los que la gente está exenta de hacerlo (mujeres embarazadas, niños pequeños, enfermos y demás), y hay otros que, si bien se les permite no hacerlo ahora, luego tienen que recuperarlo y hacerlo durante otro mes, como las mujeres lactantes y demás, cosas de la religión.

Cuando llaman a la oración de la tarde (la cuarta), las calles están completamente desiertas. Todo el mundo está en sus casas o en las mezquitas (algunos a restaurantes, pero son los menos), y en cuanto termina la oración, sin decir ni mú, empiezan a comer y beber como posesos, tras lo cual viene el cigarrillo de rigor, y quien sabe lo que hay después con la parienta….

Por la mañana, antes de que amanezca, mucha gente también se levanta y desayuna, dulces sobre todo, y se vuelven a acostar. La mayoría de la gente que trabaja lo hace solo por la mañana (los bancos, negocios y demás tienen horarios especiales de Ramadán, como en sanfermines), e incluso hay muchos que se toman el mes de fiesta (como los puticlubs, los bares y demás, están todo el mes cerrados!!)

Como os podéis imaginar, si la ciudad era bastante aburrida de por sí, ahora es un auténtico coñazo. La gente, a partir de mediodía se refugia en casa como si les fuera la vida en ello, y luego, a los pocos que se ve, parecen almas en pena.

El otro día fuimos a Downtown, la parte vieja de la ciudad, a la hora de romper el ayuno. Todo cerrado, vacío, poca gente (y los que había estaban derrotados). Entramos en un restaurante muy famoso de falafel, humus y demás que hay por ahí, y en cuanto terminó la oración, todos se lanzaron a comer y beber sin decir ni palabra. Solo se veía gente llevando el pan al plato y dando largos tragos de agua a las botellas de litro y medio que se habían agenciado.

No se, pensábamos que iba a ser mucho más festivo (o por lo menos eso nos habían dicho de Damasco), con restaurantes alborotados, la gente en la calle y demás, pero de eso, ni sombra (quizás cambie entre los países, todo puede ser). La cosa es que, aparte de poner una media luna de colores en sus casas, poco más de tono festivo hemos visto.

Los no musulmanes podemos beber y comer, pero solo en casa o sitios que no te vean. No es que esté prohibido, aunque si lo haces es casi seguro que alguien te va a llamar la atención, aparte de que por respeto no se hace y punto. Si trabajas con ellos en una oficina, estas jodido…

Todo esto viene porque Mahoma ayunaba en el monte un mes al año, y fue en uno de esos meses cuando Alá empezó a revelarle el Corán. Además, también se supone que sirve para purificar el cuerpo y el alma (aunque yo creo que se purifican poco con los atracones que se pegan luego) y para llegar a sentirse e identificarse con los más pobres de este mundo (que no tienen para comer y demás).

En fin, que por aquí todavía nos quedan 25 días de ayuno y oración, esperamos pasarlos bien. Cuando acaba el Ramadán se celebra una de las mayores fiestas del calendario musulmán, la de Aid al-Firt, que es cuando sacrifican un cordero, ya os contaremos como sabe….mmm….cordero…mmm…asado…

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